El patrón de los
novios
Dentro del santoral, podemos
encontrar más de una docena de Antonios; de ellos, si preguntamos a varias
personas que nos indiquen cuáles son los más conocidos, casi todas ellas
nombran a San Antonio Abad, San Antonio
de Padua, San Antón y San Antonio de Lisboa; serían algo así como los más
famosos -los más VIP - de "Los Toños".
Existe cierta confusión, en
este selecto grupo de Antonios, a la hora de ubicarlos y distinguirlos entre
sí; especialmente, entre la gente poco experta en santificaciones y
beatificaciones, como es mi caso; una confusión que viene determinada, en
primer lugar, por su número, ya que, aunque tenemos cuatro nombres distintos, estos no
corresponden, exactamente, a cuatro santos distintos, sino a dos; en segundo
lugar, también hay bastante desconocimiento respecto a sus cualidades: uno es
el patrón de los animales, otro el de los novios; uno es el antecesor de los anacoretas, otro es el protagonista de El
Milagro de los Pajaritos... pero ¿quién es quién, y cuáles son sus virtudes ?.
Con el fin de aclarar algunos aspectos,
sobre la vida y milagro de estos Antonios, decidí investigar un poco el asunto
y pude enterarme de lo siguiente:
Respecto a San Antonio Abad y
San Antón; ambos nombres corresponden al mismo personaje, siendo San Antón, simplemente, un diminutivo
del primero.
Este santo nació y
vivió en Egipto entre los siglos III y IV,
pasó la mayor parte de su vida, como eremita, en la soledad en el
desierto, y es el precursor de los anacoretas .
Su fiesta se
celebra el 17 de enero, y es el patrón de los animales (a veces, viendo algunos comportamiento humanos, no me cabe duda alguna
que también podría serlo, perfectamente, de muchas personas, aunque tengo
serias dudas de que el santo quisiera aceptarlas bajo su tutela).
En cuanto a San
Antonio de Padua y San Antonio de Lisboa, también los dos nombres corresponden
a un único santo.
Éste fraile franciscano era
portugués, ya que nació en Lisboa en 1191, murió en Padua
(Italia) el año 1231 y, aunque, generalmente, es conocido como San Antonio de
Padua, en algunos lugares también recibe el nombre de San Antonio de Lisboa,
siendo éste el motivo de que algunos
piensen que estamos ante dos personajes diferentes.
Es a él a quien se le
atribuye "El Milagro de los Pajaritos", origen de la conocida canción
tradicional, que lleva el mismo nombre.
Su fiesta se celebra el 13 de
junio, y tiene la particularidad de ser
el patrón de los novios; por ello, antes, las muchachas solteras, cuando la
cosa no iba bien en el plano amoroso, a menudo recurrían a él para pedirle un
novio.
En nuestra comarca, si alguien quiere
celebrar la fiesta de San Antonio, el de los novios; puede hacerlo en el pueblo
de El Milano, ya que es su patrón.
Una vez allí, si está soltero/a, puede
aprovechar el viaje para pedirle un novio/a, al santo (si está divorciado/a, más vale que no pierda el tiempo haciéndole
peticiones de este tipo, pues, quien se casa por la iglesia, como lo hace "para
siempre", San Antonio no tiene previstas las segundas
oportunidades)
Esto sucedió una vez en un pueblo -aunque los de El Milano afirman que este
hecho no sucedió allí, yo no me atrevo a descartarlo- , donde
tenían a San Antonio como patrón; consecuentemente, en la iglesia había una
imagen del santo y a él acudían con frecuencia las chicas que no tenían novio,
a pedirle que les concediera uno.
Un día, Roque, el sacristan, observó que al acabar la misa, tras haber
abandonado la gente el templo, una mujer permaneció en el mismo y, tras
cercionarse de que estaba sola, se dirigió al santo; algo que llamó mucho su
atención, ya que ella estaba casada.
- ¿Qué le pedirá la Belarmina a
San Antonio?, se preguntó extrañado el hombre.
Él, ya había dejado atrás la juventud y
seguía estando soltero; por ello, "ya que jugaba en casa", tiempos atrás, alguna vez, también había
llegado a pedirle al santo que le concediera una novia (aunque San Antonio es el patrón de los novios y siempre son mujeres
quienes se dirigen a él para pedirle uno,
por qué no iba a poder él pedirle una novia, si estaba igual de
necesitado).
La verdad es que era bastante feo y no
sabemos si por ello, o alguna otra causa, hasta la fecha, el santo había hecho
oídos sordos a su solicitud.
A lo largo de los dos domingos siguientes,
el sacristán observó que Belarmina, al acabar
la misa, mientras los feligreses abandonaban el templo, ella permanecía
sentada en su banco y, una vez que se cercionaba de estar sola, se situaba ante
la imagen de San Antonio y permanecía allí un rato haciéndole sus peticiones.
Como se trataba de una mujer casada, Roque
no comprendía muy bien qué es lo que le pedía al santo de los novios y, al ser tan grande la curiosidad que sentía, decidió investigar el asunto.
"Casualmente", detrás del altar del
santo había un hueco, y el domingo
siguiente se escondió en él. Desde allí,
pudo observar que Belarmina, al acabar la misa, siguió la misma rutina de las
veces anteriores, de modo que se acercó a la capilla del santo y oyó que le decía,
en voz alta, lo siguiente:
Bendito seas, San Antonio
sólo te pido una cosa
Concédele un buen novio
a mi hija, la María Rosa.
El sacristán, al oírla, comprendió que el
novio que estaba solicitando al santo no era para ella, sino para su hija, y
tuvo una idea:
Él, en su día, ya le había pedido una novia
a San Antonio, hasta la fecha la
petición no había tenido éxito alguno y allí había una mujer haciéndole una
petición similar a la suya; luego, había dos peticiones "en el aire"
que se complementaban perfectamente: alguien quería un novio, y él quería una novia.
Con la información privilegiada que tenía, pensó que, si le echaba una mano a San Antonio, el asunto podía tener un final feliz como en los cuentos (mira por dónde, iba a resultar que el
santo, aunque indirectamente, sí hacía milagros)
El siguiente domingo, Belarmina demostró ser
una persona persistente en sus convicciones, y, a la par, muy optimista;
llevaba varios domingos pidiéndole a San Antonio un novio para su hija, esta
seguía "in albis" y, a pesar
de ello, no cejaba en su empeño; así que, al acabar la misa, una vez más se
dirigió a éste para efectuar su petición.
Cuando acabó de hacerla, el sacristán, que
estaba escondido tras la imagen, habló como si lo hiciera San Antonio.
- ¡El mejor novio que puede haber para tu
hija, es Roque, el sacristán!. ¡Dile a María Rosa que cuando se le acerque, lo
acepte sin dudarlo un momento!
La mujer, al principio, se quedó perpleja
por las palabras que escuchó; mas, una vez que se recuperó del susto - no todos los día le habla a una un santo
- se puso muy contenta ¡por fin San
Antonio había escuchado sus ruegos!
Al volver a casa, le contó a su hija lo
sucedido y, al día siguiente, "por casualidad" el sacristán se acercó
a ella y le pidió relaciones, algo que María Rosa aceptó
sin dudarlo un momento, ya que iba recomendado por el mismísimo San
Antonio.
Al poco tiempo celebraron la boda y, tras
unas semanas de convivencia, la recién casada
llegó a la conclusión de que el santo, en esta ocasión, no había estado
muy atinado con la recomendación que le había hecho, ya que el sacristán
resultó ser un crápula de cuidado: era
muy vago, se emborrachaba a menudo, la
trataba muy mal ...
(¿Por qué será que durante el noviazgo, tanto
el hombre como la mujer, se comportan de un modo casi ejemplar y, una vez
casados, cambian tanto, transformándose en unas personas totalmente distintas,
con comportamientos que, a veces, dejan mucho que desear?. Este es un
misterio que, tras arduas investigaciones antropológicas, aún permanece sin
resolver).
El caso es que María Rosa, que era una mujer
muy práctica, llegó a la conclusión de que "no hay peor soledad que una
mala compañía", y, a los pocos meses de la boda, ya se habían separado.
La madre, de la decepcionada esposa, estaba
muy enfadada con San Antonio -ni de los
santos puede ya fiarse una- ¿Cómo
era posible que le hubiera recomendado para su hija, como marido, a un ser tan
ruin como el sacristán?
Al haber sido ella quien le había pedido al
santo, con tanta insistencia, un novio para su hija, se sentía responsable del
desgraciado matrimonio de ésta; así que un día, al acabar la misa, como hiciera
en las ocasiones anteriores, una vez que la gente abandonó el templo, muy
enfadada, se dirigió a la capilla de San Antonio, se plantó ante la imagen y le dijo:
Iglesia de El Milano |
Vaya vista que tuviste
al recomendarme a Roque
que era muy bueno, dijiste
y es un auténtico bodoque
Me encanto la historia y la aclaracion de los distintos S Antonios.
ResponderEliminarHola Rosa. Me alegro que te haya gustado.
ResponderEliminarJA, JA, JA y más JAS. Divertida y encantadora historia, cuento o lo que sea. Mu güena la aclaración de los distintos Santos Antonio. Desde ya quedas nombrado hagiógrafo (¿se dice así?) de la página y blogs de La Zarza.
ResponderEliminar-Manolo-
Hola Manolo, gracias por el nombramiento. Efectivamente la palabra es esa: hagiógrafo. Como santos hay muchos, y la lista se va incrementando con el paso del tiempo, antes debía ser muy laborioso este "oficio" , rebuscando en las bibliotecas, pero hoy cualquiera puede serlo desde casa ya que el "profesor Google" lo sabe todo.
ResponderEliminarSe trata de un cuento popular muy conocido, basado en "hechos reales", ya que, antes, había mujeres que le pedían a San Antonio un novio. Un saludo.