lunes, 21 de enero de 2019


El nuevo San Blas
 

      San Blas, es un santo muy popular; vivió en el siglo IV; fue obispo de Sebaste, una ciudad de Turquía, que por entonces formaba parte del Imperio Romano de Oriente y su festividad se celebra el día 3 de febrero, en Occidente, y el 11 del mismo mes en Oriente; siendo, además, patrón de los otorrinos y protector de los enfermos de garganta.
  La tradición dice que, en este aspecto, se ganó su credibilidad salvando la vida a un niño al que se le había clavado una espina de pescado en la garganta. Entonces, no había 112 al que recurrir, y la gente, ante estos casos, no sabía cómo actuar; afortunadamente, San Blas que, casualmente, pasaba por allí, vio al niño e imagino que milagrosamente - ya que no tenía pinzas, endoscopios ni el instrumental que hoy día necesitan los ORL para estas ocasiones-, se la sacó logrando salvar a la criatura.
  En la época que le tocó vivir a San Blas, no corrían buenos tiempos para los cristianos ya que, entonces, uno de los deportes favoritos de los emperadores romanos consistía en perseguirlos, una actividad en la que pusieron bastante empeño; se describen diez grandes persecuciones romanas contra el Cristianismo siendo, cada una de ellas, denominada con el nombre del emperador que la decretó.
   San Blas, tuvo mala suerte pues le cogió la última de ellas, la de Diocleciano y fue decapitado; era éste, un método muy común que utilizaban los romanos de entonces; aunque ellos decían que, en realidad, lo único que pretendían, con él, era curar la caspa del cuero cabelludo a la gente de un modo eficaz, realmente lo usaban para acabar con disidentes como ocurrió con San Blas que era un cristiano muy destacado, pasando así, el pobre, a engrosar la lista de mártires de la Iglesia. 
  En el santoral, como en todos los gremios, hay rangos; dentro de estos, podemos afirmar que el santo es de categoría superior ya que, tras su martirio, alcanzó un gran renombre y la devoción hacia el mismo se extendió rápidamente; concretamente, en España, son incontables los lugares que lo tienen como patrón.
  
   Cuando llega la festividad del santo, es corriente encontrar en las calles, así como en las iglesias y ermitas con advocación al mismo, vendedores de gargantillas -unos cordones que deben haber sido previamente bendecidos-.
   Si queremos evitar tener males en la garganta, ese día, es recomendable adquirir una de estas
Gargantilla de San Blas
gargantillas, colocarla alrededor del cuello y  mantenerla hasta el miércoles de ceniza; ese día, una vez que nos la quitamos, debemos quemarla.
  Si seguimos estas recomendaciones, al pie de la letra, estaremos protegidos durante todo el año de las enfermedades de la garganta -Un aviso: la gargantilla, aunque es bastante eficaz, no lo es al 100%; por ello, si alguien tiene dudas, entre vacunarse o no de la gripe, que no dude en hacerlo. Al santo no le va a sentar mal esta falta de fe- 

   Volviendo a San Blas, esto ocurrió una vez en un pueblo donde era su patrón. Un año, al ir a sacar la imagen de la iglesia para hacer la romería, resulta que estaba muy deteriorada, ya que era muy antigua, y, al intentar moverla, se les estropeó del todo no pudiendo hacer la procesión -está visto que el paso del tiempo no respeta a nadie, ni a las personas  ni a los santos-
   Entonces, los parroquianos, como le tenían mucha devoción al santo, decidieron que había que hacer una nueva imagen; así que el cura del pueblo, tras organizar una colecta entre los vecinos, contactó con un escultor para que éste les hiciese un San Blas nuevo. 

   El tío Ardano, un hombre de ese lugar, en un prado había cortado un árbol con un tronco estupendo, largo y grueso, para hacer un pesebre. Cuando el imaginero se acercó al pueblo para ajustar con el cura el trabajo que iba a realizar, vio aquel árbol, le gustó mucho, y le pidió a su dueño una porción del tronco para hacer la imagen del santo, petición a la que el tío Ardano accedió gustoso. 
    El escultor, con paciencia y buen oficio, fue tallando la madera y, pasado un tiempo, consiguió que el tronco acabara convertido en un magnífico San Blas. Tras los últimos retoques, una vez que estuvo pintada la imagen, dio su trabajo por concluido y quedó un día con el cura del pueblo para entregar el encargo.  
  Era la última semana de enero y, como faltaban tan solo unos días para la fiesta del santo, el párroco decidió dejar la imagen colocada en la iglesia, en su capilla, pero cubierta con una tela. Esperaría a
Ermita de San Blas (Cáceres)
que fuera el día de San Blas para bendecirla y presentarla a los feligreses.
   
  El hecho de que estuviera ya el santo en la iglesia del pueblo, y no poder verlo por estar tapado, despertó una enorme curiosidad entre los feligreses que estaban deseando ver el trabajo efectuado por el imaginero; así que el día de la fiesta, la iglesia estaba llena de gente. 
   El nuevo San Blas, ya sin tela que lo ocultara, con su báculo y mitra -no olvidemos que era obispo-
ese día no estaba en su capilla, sino en la parte delantera de la iglesia, colocado en unas andas para ser sacado en procesión, así que antes de comenzar la misa, la gente fue acercándose a la nueva imagen para verla de cerca.

   El tío Ardano, que había decidido quedarse el último para poder ver la imagen detenidamente, una vez que se acercó, la estudió con gran atención; dio dos vueltas alrededor de la misma, admirando el trabajo realizado por el escultor, y se dirigió al santo en estos términos:
- Bendito seas San Blas, aunque sé de dónde vienes: Eres hermano del pesebre de mi burro.

  (Este es un cuento popular, muy conocido, que me contaron en mi pueblo. Como los cuentos y leyendas a veces están basados en hechos reales, un día, aprovechando que San Blas es el patrón de Corporario, pregunté a alguien de allí si esto pudo haber ocurrido en ese pueblo. Mi informante, muy enfadada, contestó que su santo no es hermano de pesebre alguno).