viernes, 25 de junio de 2021

La Leyenda del Cautivo

   Hacer una ofrenda votiva, es una acción que consiste en dejar un objeto en un lugar sagrado con el fin de solicitar, o agradecer, algún tipo de favor a las fuerzas sobrenaturales, llámense dioses o como cada uno quiera considerarlo. 
   Esta actividad, que era ya realizada por los antiguos egipcios, así como los griegos y romanos, posteriormente, fue adoptada por el catolicismo y perdura aún en nuestros días ya que ofrecer velas u otros donativos a Dios, por motivos concretos, o echar monedas en fuentes y pozos porque eso trae buena suerte, no deja de ser una ofrenda “a las fuerzas sobrenaturales”. 

   Los objetos votivos que depositaban nuestros antepasados en los santuarios eran de todo tipo: figurillas que representan personas o animales, armas, alimentos…y, aunque es una actividad que podemos considerarla desaparecida en nuestros días, no hay que remontarse en  el tiempo, muchos años  atrás, para encontrar unas fechas en las que esta acción seguía siendo algo habitual. 
    A mediados del siglo XX, aún era un hecho común que en los santuarios o ermitas, donde había algún Cristo o Virgen milagrero/a, se acumularan objetos de este tipo a modo de ofrendas. Muchas veces, la gente que tenía alguna enfermedad o había sufrido algún accidente, se dirigía a la divinidad correspondiente pidiéndoles recuperar la salud. Si la cosa iba bien, en estos casos, las ofrendas consistían a veces en la reproducción en cera de brazo o una pierna, cuando el problema se localizaba en alguno de estos órganos. 
    Otras veces, el objeto dejado en señal de agradecimiento, era un texto, muchas veces enmarcado, donde el interesado/a expresaba su gratitud, al cristo correspondiente, por el favor recibido. 
   También, era común que las adolescentes, cuando “se hacían mayores” y decidían dejarse el pelo corto, elaboraban con el pelo cortado una trenza, dejándola como ofrenda en las ermitas o santuarios para que el santo correspondiente las guiara por el buen camino a lo largo de la vida y tuviesen un buen novio, marido, hijos... 

   Estas actividades, con el paso del tiempo, dieron lugar a que algunas ermitas acabaran convirtiéndose en una exposición de exvotos, nombre con el que eran conocidas estas ofrendas, presentando un aspecto más parecido a un bazar que a un lugar de culto; de ahí que la Iglesia, en su día, decidió acabar, o limitar al máximo, esta actividad y los curas correspondientes acabaron deshaciéndose de todo ello, casi siempre vendiendo a los anticuarios todo aquello por lo que estuvieran dispuestos a pagar por ello. En este aspecto, hay que decir que las trenzas de pelo, aunque no eran un artículo propio de anticuarios, sin embargo, eran un producto muy cotizado y acabaron en manos de otros compradores ocasionando que, muchas mujeres, que habían donado su pelo al cristo, se llevaron un gran disgusto al ver cómo acabó aquello, sintiéndose engañadas. Aquello fue, según alguna afectada, literalmente, una tomadura de pelo. 

    En Barrueco, como nuestro cristo tenía mucho prestigio, su ermita tampoco se libró de esta 

actividad y también allí había numerosos exvotos, hasta que un día, para adaptarse a “los nuevos tiempos”, el párroco de entonces decidió hacer una limpia de cuidado y, con anticuarios de por medio o sin ellos, hizo que desaparecieron casi todos los exvotos. Digo casi todos, porque aún es posible contemplar dos: un pequeño texto de agradecimiento, enmarcado, dando gracias al Cristo por la recuperación de la salud, de una señora de Villasbuenas, y la cadena de un cautivo. 
   Llegados a este punto, hay que decir que la señora de Villasbuenas está perfectamente identificada, pero: ¿Quién era ese cautivo que dejó como exvoto la cadena de convicto que había tenido en el presidio? ¿En qué época ocurrió eso? ¿Cómo se llamaba el encausado? ¿Dónde cumplió la condena? ¿Cuándo fue liberado? ¿Existe algún descendiente suyo en nuestro pueblo? 

   Antes de responder a estas preguntas, me gustaría aclarar que uno presume de rico, guapo, de listo… pero normalmente no lo hace de haber delinquido ni de haber estado en la cárcel; seguramente, por ello, la donación fue anónima y carecemos de datos directos del cautivo; no obstante, creo que merece la pena hacer un acercamiento a este personaje que forma parte de las leyendas del pueblo, una leyenda que se remonta varios siglos atrás. 
    La historia de España viene de lejos. Aunque algunos quieren hacernos creer que nuestra historia comenzó en 1936, con la Guerra Civil, y no quieren ir más allá, lo cierto es que comenzó hace varios milenios, aunque la estructura del país, tal como lo vemos en la actualidad, comenzó con los Reyes Católicos en 1492, cuando culminó la conquista de Granada; un hecho que puso fin a la presencia musulmana en la Península. 
   Desde entonces, la frontera entre las religiones cristiana y musulmana pasó a ser el mar Mediterráneo, pero los conflictos entre ambas culturas continuaron sucediéndose durante siglos –algunos opinan que nunca han dejado de existir-. 
   Unas veces, eran los musulmanes quienes pretendían invadir Europa a través de los países del este, y otras eran los cristianos quienes, con sus cruzadas, pretendían “recuperar” los Santos Lugares, entonces ocupados por el poder musulmán, para la cristiandad; así que hubo guerras a tutiplén. Pero los conflictos armados no sólo se circunscribían a las batallas en tierra, también hubo batallas navales buscando el dominio del mar Mediterráneo. Otras veces, no eran grandes batallas y los conflictos consistían en actos de piratería de unos hacia los otros. La conclusión que podemos sacar de todo esto, es que siempre fuimos vecinos mal avenidos. Podríamos decir que nos queríamos como hermanos; pero no como unos hermanos al uso, sino como Caín y Abel, dándonos de palos siempre que había ocasión. 
   Una de las consecuencias de estas desavenencias, fue la costumbre de hacer prisioneros en los dos bandos, tanto por la parte cristiana como musulmana. Los presos, al contrario que ahora, las pasaban canutas ya que tenían que ganarse la comida diaria. Eso de estar encerrados en la celda viendo pasar el tiempo, hasta la llegada de las horas de comer, entonces no se llevaba, los presos tenían que trabajar y lo hacían en situaciones muy penosas. 

   En el siglo XII, concretamente en 1198, había nacido la “Orden religiosa de la Santísima Trinidad y de los Cautivos”, también conocida como Orden Trinitaria o, “los trinitarios”, que es como son conocidos popularmente estos frailes, fundada por San Juan de Mata, en Francia, y uno de los preceptos de la Regla Trinitaria era dedicar todos los esfuerzos posibles a liberar cautivos. La Orden Trinitaria, de hecho, fue la primera institución oficial de la Iglesia dedicada a la liberación o redención de presos. 

   Esta loable actividad, de liberar cautivos, fue pasando por diversas etapas. Inicialmente, los padres trinitarios confiaban en el buen rollo de los gobernantes, y hablaban con ellos intentando convencerlos para hacer intercambios de prisioneros cristianos por musulmanes o viceversa, indicándoles que estas buenas acciones les llevarían directos al cielo. Los gobernantes cristianos irían al nuestro y, seguramente, una vez allí, ocuparían los lugares VIP por sus buenas acciones, y los musulmanes al suyo -supongo que ambos deben estar muy próximos y en los dos “se está” muy bien- y así fue funcionando el asunto una temporada, pero la cosa fue degenerando y con el tiempo los reyes, tanto cristianos como musulmanes, como los gobernados les importaban un carajo –en ese aspecto compartían los mismos sentimientos de nuestros políticos actuales hacia nosotros; seguimos sin importándoles una mi***a* - empezaron a pedir dinero a los frailes, por los prisioneros que estos pretendían liberar, así que los trinitarios tuvieron que dedicarse a hacer colectas entre la gente pudiente de entonces: nobles y comerciantes, y de las propias familias de los reclusos, cuando estas tenían dinero, para poder pagar los rescates de los cautivos; por lo que el asunto de redimir cautivos acabó convirtiéndose en un negocio donde la mercancía eran los pobres prisioneros. 

   Fueron muchos los cautivos liberados gracias al buen oficio y al dinero que pudieron recaudar y después pagar los trinitarios. El propio Miguel de Cervantes, fue liberado, en 1580 de su cautiverio por estos frailes. El escritor quedó profundamente agradecido por su libertad, y dejó plasmado su agradecimiento hacia esta orden religiosa en alguno de sus escritos. 

  Por la libertad del Cervantes, dicen las crónicas que los trinitarios pagaron 500 ducados de oro, al rey

de Argel, que es donde el escritor estaba preso; una auténtica fortuna para la época. Esta suma fue aportada conjuntamente por la familia de Cervantes, por mercaderes españoles en Argel y sobre todo por los propios Trinitarios, que fueron quienes más pasta soltaron. 
   Lo que no dicen las crónicas, es que Cervantes no estaba sólo, formaba parte de un lote de cautivos integrado por media docena de hombres. Los trinitarios que sabían lo que hacían y eran expertos en regatear, lo hicieron muy bien y aquel día, con los 500 ducados, no sólo consiguieron la libertad de Cervantes, sino también, por añadidura, la del resto de los compañeros. 
   Uno de los hombres que aquel día lograron la libertad, junto con el autor de El Quijote, “casualmente”, era de Barrueco y le había rezado mucho al Cristo de Las Mercedes…al nuestro, pidiéndole que hiciera lo posible para que pudiera obtener su libertad y, ¡mira por donde!, gracias a su fe en el Cristo, y al dinero que apoquinaron los trinitarios, todo sea dicho, encontró la libertad. 
   Una vez que volvió al pueblo, fue a la ermita, dejó su cadena de cautivo como exvoto, y allí sigue. 

 Algunas notas 

 * Una leyenda, es una narración popular que cuenta un hecho real o fabuloso,  a veces adornado con elementos fantásticos, que se transmite de forma oral. Este escrito lo titulo “Leyenda del Cautivo” porque, aunque a mí me lo contaron y narra un hecho real, al no estar documentados los hechos, al menos hasta ahora, sigue siendo una leyenda. 

* Reconozco que en el relato hay mucha literatura, y espero que nadie se crea a pie juntillas lo que aquí se expone, respecto a nuestro cautivo. Alguien puede preguntarse qué pintaba un paisano nuestro, y  preso, en Argel, en aquellos tiempos; pero considerando que uno de Alcalá de Henares, Cervantes, estaba allí, ¿por qué no iba a poder estarlo uno de Barrueco?
 
* Existe una estrecha relación entre la Orden Trinitaria y Barrueco, pues ha habido paisanos nuestros que fueron frailes trinitarios, y creo que alguno aún sigue siéndolo.
 
* El padre José Hernández Sánchez, natural de Aldeadávila de la Ribera, fue Ministro General de la Orden entre 1995 y 2001, siendo reelegido en el cargo, entre 2001 – 2007 

* Los restos mortales de San Juan de Mata, el fundador de la Orden Trinitaria,  reposan en Salamanca, en el colegio que estos tienen en la calle Filiberto Villalobos, frente a la estación de autobuses.