La fiesta de
los Cucos
El "Lunes de Aguas", es una fiesta
que se celebra en Salamanca, desde tiempo inmemorial, coincidiendo con el lunes
siguiente al Lunes de Pascua. Ese día,
los salmantinos aprovechan la tarde para comer el hornazo a las orillas
del Tormes, en casa, o donde se tercie.
Ese mismo lunes, también era la fecha en la
que volvían las prostitutas a la ciudad ya que, durante Cuaresma y Semana
Santa, no podían trabajar en el casco
urbano y tenían que ir a ejercer su oficio al otro lado del río. La
prohibición, por la que estas mujeres no podían permanecer en la ciudad,
durante el tiempo de Cuaresma y Pasión, fue consecuencia de un edicto que, en
este sentido, promulgó el Felipe II, allá por el siglo XVI.
Mucha gente cree que la festividad del Lunes
de Aguas tuvo su origen en la vuelta de estas "trabajadoras del amor"
a sus actividades habituales en la ciudad, pero esto no es así; el origen de la
fiesta es muy anterior a este hecho, y ambas cosas: comer el hornazo y la
vuelta de estas mujeres a la ciudad, tras su exilio cuaresmal transtormesino,
parece ser una simple coincidencia en el tiempo.
La celebración, además de festejarse en
Salamanca, también tiene lugar en varios lugares de la provincia, entre ellos Barreras, un
pueblo de nuestra comarca.
En más de una ocasión, he estado con gente
que no sabe donde se encuentra Barreras; otros, en cambio, aunque saben dónde
está, nunca han ido a este pueblo ya que no es lugar de paso para ir a ningún lado...
quien quiera conocer Barreras, tiene que ir a Barreras.
Esta localidad se encuentra entre Encinasola
de los Comendadores, Saldeana y Villasbuenas; actualmente, es una pedanía de
este último pueblo, y nunca fue un lugar populoso, siempre ha tenido pocos
habitantes.
Iglesia de Barreras |
Los pueblos de Salamanca, salvo raras
excepciones, vienen sufriendo, desde mediados del siglo pasado, una brutal
despoblación que hasta ahora ha sido imparable. El fenómeno, aunque es evidente
en todos nuestros pueblos -sólo hace
falta darse un paseo en otoño o invierno, por las calles de cualquiera de ellos
para comprobarlo- , cuanto más
pequeño es el lugar, más visible es el problema, como es el caso de Barreras.
El INE contabilizaba, en 2017, en este
pueblo, tan solo 24 habitantes; claro que
antes ha vivido tiempos mejores y, cuando allí vivía más gente, celebraban sus fiestas
correspondientes. Una de ellas, quizá la
más conocida, era la "La Fiesta
de los Cucos".
Entre la gran variedad de aves que podemos
observar en nuestros campos, una de las más populares es el cuco, un pájaro
que, al ser bastante huidizo, es poco conocido por su aspecto; en cambio, todos
somos capaces de reconocerlo por su canto tan característico.
En el mundo de las aves, distinguimos dos
grandes grupos; las aves sedentarias,
que son aquellas que permanecen entre nosotros durante todo el año, y las aves nómadas, que son las que
nos acompañan sólo en determinadas épocas del año.
Los cucos pertenecen a este segundo grupo;
están en España, acompañándonos, durante la primavera y el verano, aprovechando
su estancia aquí para criar, y, cuando llega septiembre, nos dejan, marchándose a África,
donde pasarán el otoño y el invierno.
Su vuelta a la península, habitualmente, tiene lugar en la segunda
quincena de marzo; pero, si el clima no es favorable, pueden retrasar su
llegada hasta los primeros días de abril.
El regreso de los cucos a estas latitudes, por estas fechas, ocurre de forma tan constante que el refranero
popular dice al respecto: "Si el
cuco no canta, entre marzo y abril, es que el cuco se ha muerto, o es que ha
llegado el fin" -supongo que se
refiere al fin del mundo, así que más vale que siga cantando mucho tiempo-
Cuando a finales de marzo damos un paseo por
el campo, ya podemos escuchar el canto del cuco, un signo evidente de
que los rigores del clima invernal ya han desaparecido dando paso a unas
temperaturas más suaves. Este es el motivo por el que nuestros abuelos llamaban
al cuco "El pregonero de la
primavera" pues su vuelta a la península, desde sus cuarteles de invierno
africanos, siempre coincide con la llegada de esta estación.
Volviendo a los dichos populares; la gente
de los pueblos, cuya economía está íntimamente ligada a los avatares que
trae el clima, en un "alarde de sabiduría", también dice a
veces: "Cuando el cuco canta, llueve, hace sol, truena o descampa".
Los cucos, además de su inconfundible canto,
tienen otra característica que les hace muy especiales y es que son aves parásitas, no hacen nidos para
criar. Su "modus operandi" es el siguiente: Una vez que la cuca y el
cuco han "andado de corribanda", ella pone sus huevos en el nido de
otros pájaros siendo "estos padres adoptivos" quienes empollan y
crían a los pollos del cuco.
La hembra del cuco no elige al azar los
nidos que parasita, escoge los de aquellas aves cuyos huevos tienen un color
similar a los suyos, con el fin de que los padres putativos no se den cuenta de
que ese huevo no es suyo.
Para llevar a cabo la operación "cambiazo del huevo" , la cuca
localiza a alguna pareja que ya esté
incubando los huevos, la vigila de cerca, y, cuando ve que los padres
abandonan momentáneamente el nido, generalmente para ir a comer, se acerca al
mismo, empuja fuera del nido uno de los huevos que están siendo incubados y, en su lugar, pone uno de los suyos. Dichas operaciones ha
de realizarlas rápidamente, para que los dueños del nido no la pillen "in
fraganti"·.
Cuando vuelven los dueños del nido a seguir empollando sus huevos, casi
nunca se dan cuenta de la maniobra ya que van a encontrar el mismo número de huevos
que había, cuando se fueron, y todos con un color similar, por lo que seguirán su proceso de incubación convirtiéndose
así, sin pretenderlo, en padres del
pollo del cuco.
Esta operación de colocar
sus huevos en nido ajeno, por parte de la cuca, la repetirá, posteriormente, varias veces, a lo largo
de la temporada de cría, en otros nidos diferentes, asegurando así su descendencia.
Como podemos ver, los cucos tendrán sus
virtudes, pero la paternidad responsable no es una de ellas.
Si los pájaros fueran envidiosos como los
humanos, estoy seguro que el resto de la avifauna macho envidiaría al cuco.
¡Vaya vividor! Se pone a cantar...con sus cantos conquista a la cuca...se lía
con ella... y, después de una breve e intensa relación, la abandona siguiendo con sus cánticos para conquistar
otra, y después otra, y otra, y...
Ella, por su parte, se dedica a repartir
huevos en nidos ajenos desentendiéndose de ellos, con el riesgo de provocar
grandes traumas psicológicos entre los pájaros que crían a los pollos de los
cucos, y quién sabe si divorcios aviares,
porque ya me diréis cómo puede justificar la madre de ese nido, ante el
padre, cuando nacen los pollos, el poco parecido que guarda uno de ellos con
los progenitores.
Esta época de ajetreo y crianza en nidos
ajenos, que realiza el cuco, tiene lugar durante abril y mayo; después, al
llegar junio, ya dejamos de oír su canto debido a que, a estas alturas de la
temporada, la época de cría ha finalizado. A partir de ahí, siguiendo ya un
régimen de vida más sosegado, permanecerá con nosotros hasta septiembre, que es
cuando nos abandona para ir a pasar la etapa africana.
Familiarmente, se dice de un hombre, o mujer,
que es muy cuco/a, cuando queremos indicar que es un espabilado/a, y, la vez, un poco sinvergüenza; lo cual no debe
extrañarnos nada a la vista de "las hazañas" de estos pájaros.
Volviendo a Barrreras, a su "Fiesta
de los Cucos", del mismo modo que en la capital, el río Tormes
adquiere mucho protagonismo en la misma; aquí, también tenemos un río que tenía
algo de protagonismo, El Huebra, ya que la orilla derecha del mismo era uno de
los destinos elegidos, por la gente de este pueblo, para ir a comer el hornazo
ese día.
Como la celebración de la fiesta es siempre
en plena primavera, los cucos ya andan por aquí y el canto insistente de los
mismos acompañaba, durante toda la tarde, a la gente que iba de merienda al
campo - si hablamos de esta
fiesta, desgraciadamente, también hay que hacerlo en pasado, es una más, de
nuestras fiestas típicas, que sólo quedan en el recuerdo-
Hace años, pregunté a un hombre de Barreras
el motivo de que esta celebración recibiera el nombre de "Fiesta de los Cucos", y que si era debido a que, ese
día, emulando a esas aves, hombres y mujeres se dedicaban libremente a
*********, y después "si te he visto no me acuerdo".
Al oír mi pregunta, estuvo riéndose un buen
rato y me explicó que la gente del lugar, en este aspecto, si guardaba parecido
con algún ave era con las cigüeñas, que se emparejan para toda la vida -esta conversación la mantuve hace más de 30
años; entonces, el índice de divorcios
era muy inferior al actual- ; y que la crianza de los niños allí discurría
exactamente al contrario de lo que hacen los cucos pues cada matrimonio se
ocupaba con gran dedicación al cuidado de sus vástagos (sus pollos).
Al vivir en un pueblo tan pequeño, los niños
eran pocos y mantenían una estrecha relación entre sí y con el resto de
personas adultas; se criaban libremente y eran muy felices. Como apenas
circulaban coches por las calles del pueblo, ni pasaba gente extraña por allí;
desde muy pequeños, siempre tenían la puerta de casa abierta para entrar y
salir libremente de ella, pasándose el día jugando en la calle, con el resto de
los muchachos. Cuando llegaba el atardecer,
indefectiblemente, cada uno volvía a su nido (la casa de sus padres).
Mi informante, la única relación que
encontró para que la fiesta recibiera este nombre, es que los chicos, cuando llegaban estas
fechas, en ocasiones, para poder relacionarse con alguna chica, a menudo imitaban el canto de los cucos, algo que despertó en mi una gran
curiosidad.
Río Huebra (Barreras) |
Actualmente, es muy fácil poder comunicarnos
con los demás; gracias a los móviles, tenemos la posibilidad de enviar
whatsApps, mensajes, hacer llamadas directas o enviar e-mails; pero entonces no disponíamos de estos medios; concretamente, en Barreras, en
aquella época, ni siquiera había teléfono en los domicilios particulares, -en la década de 1970 creo que sólo había un
teléfono público- por ello, antes,
si un chico del pueblo estaba interesado por una chica y esta le correspondía, cada vez que quería
hablar con ella tenía que acercarse a su casa y avisarla para que supiera que
estaba fuera esperándola.
Claro que al interesado, ni se le pasaba por
la cabeza llamar a la puerta de la casa para invitarla a salir, esto sólo era
posible cuando la relación era ya muy duradera y estaban al borde del
matrimonio; por lo tanto, cuando un chico quería ver a su enamorada, lo tenía
algo difícil y debía arreglárselas de diversas formas.
Una de las tácticas, para avisar a la chica,
era convencer a una de sus amigas para que fuera a llamarla para salir, pero
como no siempre había una mensajera
dispuesta a ejercer de
intermediaria, en primavera era muy común que "el pájaro
enamorado" se colocara en alguna esquina cercana a la casa de la chica que
pretendía, y, desde allí, imitaba el canto
del cuco. Cuando la moza correspondiente, oía este reclamo, daba una excusa
razonable a sus progenitores para salir de casa, y se dirigía a su encuentro.
Estos "cuu-cuus" provenientes de
las esquinas, curiosamente, no dejaban de ser reclamos de amor como los que
hacen cucos; mas no se limitaban a una sola fecha, sino que tenían lugar
durante toda la primavera. Como la celebración de "La Fiesta de los
Cucos" se circunscribía a un día concreto,
intentar justificar el origen de la fiesta, por estos reclamos amorosos,
no parecía que fuera un argumento suficiente para darle nombre a la misma.
Posteriormente, coincidí un día en Vitigudino
con una mujer de Barreras, ya mayor -entonces
me pareció mayor, porque yo era muy joven; seguramente, hoy me hubiera parecido menos mayor- ; la
señora era muy agradable y aproveché para preguntarle sobre dicha fiesta, cuyo
origen tanta intriga me producía.
Al haber oído ya, previamente, la versión de
un hombre respecto a la misma, escuchar
la de una mujer me resultaba de lo más interesante. Ella, tal como ocurriera con el informante
anterior, me indicó que siempre la había conocido por este nombre, y que tampoco sabía, realmente, si tal
denominación tenía relación con algún hecho o acontecimiento más antiguo que se
hubiera perdido en el tiempo.
Opinaba que "La Fiesta de los Cucos"
recibía ese nombre, simplemente, porque era una celebración muy esperada por la
gente del pueblo. En ella se salía a comer el hornazo al campo y, al coincidir
siempre en primavera, los cucos ya estaban presentes en la zona, cantando en los
árboles; así que asociaban la fiesta con el canto de estos pájaros.
Como la fiesta es móvil en el
calendario, del mismo modo que ocurre con Carnavales, Semana Santa y Pascua; la
fecha concreta de su celebración variaba todos los años y, por ello, cada año, al preguntarle los niños a los padres, que cuándo iba a ser la fiesta; éstos, para no tener que andar haciendo cálculos y comprobaciones,
siempre respondían: "Cuando canten los cucos"; así nunca fallaban. Aquella buena mujer opinaba que ese era el motivo de que a la fiesta tuviera tal nombre.
Aproveché también para preguntarle si era
verdad que cuando un chico pretendía a alguna chica, en primavera, al ir a llamarla a su casa, imitaba el canto del cuco para que saliera, sin tener que
acercarse a la puerta de su casa.
La pregunta le hizo mucha gracia y esto me
hizo pensar que lo que acababa de preguntar era una estupidez, pero resultó que era cierto.
Afirmó que ocurría en primavera y en otras
estaciones, y que los padres, como no eran tontos, ni sordos, cuando sonaba
algún "cuu-cuú" después del atardecer, próximo a una casa, y en ella había alguna chica en edad de merecer,
solían decirle a ésta:
- Cuando veas a fulanito le dices que no
moleste a la vecindad (en un pueblo tan
pequeño, todo el mundo, incluidos los padres, sabía quién era aquel cuco tan
raro que en vez de cantar durante el día, desde la rama de un árbol, lo hacía
en una esquina, al amparo de la oscuridad de la noche).
- No sé por qué se molestaban tanto en andar
rondando la calle de noche -comentó la mujer-, ya que el recado de los padres,
habitualmente, sólo podían dárselo, en el mejor de los casos, al día siguiente,
pues casi nunca nos dejaban salir a aquellas horas... y menos si había
"algún cuco" rondando por allí.