El Puente de Palo
Esto pasó en Barrueco, hace mucho tiempo. Un
día, en el desván de su casa, un hombre, entre los múltiples trastos que allí
guardaba, encontró un recipiente de barro que contenía unos garbanzos que
llamaban la atención por lo gordos que eran; pero, había un problema, no sabía cuánto tiempo llevaban allí guardados y, además, desconocía su
procedencia.
Decidió sembrarlos en un huerto que tenía a
la trasera de su casa y, mira por donde, éstos crecieron al revés. Esto es, las
matas crecieron hacia adentro, hacia la tierra. Un hecho tan extraño fue muy
comentado en toda la comarca y todos los días gran cantidad de gente visitaba el huerto nuestro paisano para admirar tan
extraño fenómeno.
El dueño de los garbanzos, harto de tanta
visita, un día decidió recoger la cosecha.
- No deberíamos comer los garbanzos, decía
su mujer. Mira que son muy raros y no van a estar buenos. A ver si nos va a
pasar algo.
-Tonterías, dijo el hombre. Son gordos y
buenos; yo, por lo menos, me los voy a comer. Mañana mismo haces un puchero.
Tú, si no quieres, no los comas.
Al día siguiente, la esposa hizo un cocido con
los garbanzos y el marido, que los encontró exquisitos, se dio un auténtico
atracón engullendo dos platos bien
colmados.
- ¿Que
tal están?, preguntó la mujer, con gran curiosidad.
- Muy buenos, ama.
- No estoy tranquila. Te va a pasar algo.
- ¡Qué me va a pasar! ¡Bicho malo, nunca
muere! Lo dice el refrán.
A las dos horas el hombre tenía unos
retortijones que le hacían quejarse lastimeramente.
- ¡Aaaay! ¡Qué malo estoy! Creo que he comido
demasiados garbanzos.
Las mujeres, como siempre, en vez de
mostrarse comprensivas y compadecer a los maridos cuando lo requiere la
ocasión, les abroncan a estos cuando creen tener la razón de su parte, y, como era
evidente que en este caso la tenía, no estaba dispuesta a dirigirse al doliente
esposo, precisamente, con dulzura y
cariño.
- ¡Pero si es que eres un animal! Ya sabía yo
que te iban a sentar mal. ¿Dónde se ha visto que unos garbanzos crezcan hacia
abajo y, menos, que llegue un animal como tu y encima se los coma? No es que me
alegre porque te haya pasado esto, pero te está bien empleado.
-
Lo que pasa es que estoy empachado - respondió el
hombre que se sujetaba con ambas manos la barriga- . Llama al vecino, anda.
Cuando a las vacas les pasa esto les soba la panza, les da una purga, y “las
templa” muy bien.
-
Lo hará con las vacas, pero ¡como lo va a hacer con una
persona! Claro que tu, con lo animal que
eres, qué diferencia puede haber! ¡Mira que comerse los garbanzos! ¡A
ver si aprendes y, otra vez que te avise, haces caso! Anda, voy a llamarlo.
Vino
el vecino, le dio una infusión de hierbas que él preparaba para estas
ocasiones, le sobó la panza como a sus vacas, y pasó lo que tenía que pasar.
Nuestro paisano empezó a echar por “salva sea la parte”, una gran cantidad de garbanzos,
con matas y todo.
Echó tantas matas, que con la madera tuvo
leña para todo el invierno. Además, creo que aún sobró algo. Dicen las crónicas
que con la que sobró se construyó el "Puente de Palo".
Nota: El Puente de Palo existe, está en el camino
viejo de Barruecopardo a Saucelle. Antes de que se hiciese la carretera actual,
era el principal camino que comunicaba ambos pueblos. El puente que salva el
regato de Las Casa Santas que, procedente de Barrueco, pasa por allí en
dirección al Huebra, es el mencionado Puente de Palo.
Actualmente es de hormigón, pero hubo una
época en la que estaba construido de troncos de madera (obviamente, no de matas
de garbanzos), de ahí el nombre de Puente de Palo (Lo del puente, es real. Lo
de los garbanzos es un cuento popular).
La próxima vez que vaya por la zona, trataré de pasar por el Puente de Palo, aunque ahora sea de hormigón. Y si llevo acompañante/s pararé y les contaré allí mismo tu relato.
ResponderEliminarEstos relatos, estas historias populares, ciertas o no, exageradas o no, tienen grandes dosis de sabiduría y mucho buen humor y guasa, tan necesaria en estos tiempos que corren.
-Manolo-
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe alegro que te hayan gustado esta "lección de geografía local".
ResponderEliminarUn saludo
A quienes se le ocurre comer tantos garbanzos. Muy bueno.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarYa sabes, si un día te ofrecen garbanzos y desconoces su procedencia, no te fíes.
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