Las Madrinas (Fiesta del Ofertorio)
La Fiesta del Ofertorio es una celebración, ligada al mundo rural, que
tiene como objetivo realizar ofrendas a la Virgen en agradecimiento
por las cosechas recogidas. En nuestra
comarca, esta festividad es conocida como
Fiesta
de las Madrinas, y, aunque se trata de una festividad religiosa, su origen
hay que buscarlo en la antigüedad, en épocas muy anteriores al cristianismo.
Desde el
comienzo de los tiempos, el hombre siempre ha encomendado su vida a los dioses haciéndoles
peticiones de todo tipo. Actualmente,
las personas se dirigen a Dios solicitando dádivas de todas las categorías: salud, un buen
novio/a, una buen/a suegro/a
-esto, también es importante -, un
buen trabajo, que toque la lotería…pero las peticiones que nuestros antepasados
más remotos hacían a sus dioses eran más
simples, todas ellas iban ligadas a la supervivencia. En principio, se dirigían a ellos cuando
salían de caza pidiéndoles que ésta les
fuera favorable; pasando, posteriormente,
a partir del neolítico, a demandarles también abundantes cosechas.
En el mundo capitalista, todo es a cambio de
algo. Este principio, que nos parece tan actual, ya era conocido por nuestros
ancestros ya que, para que los dioses estuviesen satisfechos y se mostrasen favorables a sus peticiones, les hacían ofrendas; generalmente,
productos de la cosecha. Éste es el
motivo de que los ofertorios siempre se hagan tras la recolección, con el doble
objetivo de agradecer la cosecha recogida y, a la vez, pedir que la siguiente sea
abundante.
En los inicios del cristianismo, los primeros
patriarcas cristianos pusieron gran empeño en suprimir todas las costumbres paganas;
pero algunas tenían gran arraigo
entre
la gente y, al ser incapaces de eliminarlas, optaron por cristianizarlas. En el caso de la Fiesta
del Ofertorio, la reconversión consistió en que las ofrendas, que hasta entonces iban
dirigidas a los dioses paganos, continuaron
haciéndose, cambiando, únicamente, la
divinidad a quien iban dirigidas.
La Fiesta
del Ofertorio se celebra en muchos lugares de la provincia de Salamanca, son famosos los
ofertorios de los pueblos de la Sierra de Francia como La Alberca, Mogarraz,
Miranda del Castañar…; mas la Fiesta de las Madrinas, aunque conserva muchos elementos comunes con los ofertorios de
esos pueblos, tiene una serie de
particularidades que le dan personalidad
propia, haciéndola diferente.
El ámbito
geográfico donde se celebran ”Las Madrinas” se localiza, fundamentalmente , en la zona noroeste de la
provincia, la que corresponde con los pueblos pertenecientes al partido
judicial de Vitigudino: Abadengo, Ramajería, Arribes...; pero si
pretendiéramos establecer
unos límites precisos del área donde se desarrolla esta fiesta no lo tendríamos
fácil. Hay algunos pueblos, tanto salmantinos, como zamoranos, no
pertenecientes a estas comarcas, que
también celebran -quizá sea más correcto decir, celebraban- este festejo.
No existe una fecha determinada para esta festividad; de hecho, en cada
pueblo conmemoran la fiesta en días diferentes.
Lo que
sí permanecen invariables son dos hechos: la época del año en la que
tiene lugar el festejo: siempre al final
del verano, tras la recolección; y la divinidad a quien está dedicada la
fiesta: una virgen.
Las vírgenes
“más madrineras” son la del 8 de septiembre (Natividad de la
Virgen), y la Virgen del Rosario (7 de octubre)
En Barrueco, esta fiesta tenía
lugar el día de la Natividad de Virgen -8
de septiembre- y se desarrollaba de esta
forma: Todos los años, varias jóvenes se
ofrecían para ser madrinas en un número que variaba según las ocasiones. Unas veces había más, y
otras menos (llegó a darse el caso, algún
año, en el que hubo una sola madrina)
Cada una de ellas era acompañada
por una cuartillera; generalmente, una hermana (en otros lugares podían ser cuartilleros). Las
madrinas, habitualmente, eran chicas solteras; aunque, en algunos pueblos, volvían a serlo más adelante,
una vez casadas.
Cada madrina
ofrecía una rosca y la cuartillera, llamada así porque portaba en la cabeza una cuartilla de las que se usaban para medir cereales, ofrecía productos de la
cosecha que llevaba en el recipiente; generalmente,
trigo o productos de la huerta: fruta,
pimientos, tomates, sandías… (En los
pueblos donde el acompañante era un cuartillero, éste no llevaba la cuartilla
en la cabeza, como hacían las mujeres, sino en el hombro. El llevar objetos en
la cabeza, como cántaros de agua, barreños con ropa, o estas cuartillas, era
una especialidad femenina).
Cuartilla |
El día de la fiesta, por la tarde, el
tamborilero tocaba un pasacalles para anunciar el festejo, y se dirigía a las casas de las madrinas para recogerlas.
Desde allí, éstas, acompañadas por sus
cuartilleras, familia e
invitados, se dirigían a la iglesia donde tenía lugar un oficio
religioso, generalmente, un rosario. Una
vez finalizado éste, había una procesión con la imagen de la
Virgen hasta la plaza donde era colocada
en una peana, los asistentes se colocaban formando un corro, con la Virgen en un lugar preferencial,
y entonces daba comienzo el ofertorio propiamente dicho.
Las madrinas
y cuartilleras, acompañadas por sus familias, iban acercándose, sucesivamente, a la imagen de la Virgen y le ofrecían las
roscas y los productos de las cuartillas; haciéndolo, a continuación, el resto de la gente que iba dejando dinero
en una bandeja que, previamente, había sido colocada delante de la imagen. Todo ello
ocurría al son de la música del tamborilero, que no dejaba de tocar durante todo el acto.
Una vez acabado
el ofertorio, madrinas y cuartilleras se
colocaban junto al cura, al lado de la Virgen, comenzando entonces la subasta de las roscas. Para ello, algún familiar o amigo de cada madrina
cogía la rosca correspondiente y se paseaba con ella, dentro del corro de
gente, subastándola.
Cada rosca era
adjudicada a quien más alto pujara por ella, ocurriendo lo mismo con los
productos de las cuartillas, que también eran subastados. Una vez finalizada la
subasta, el dinero recaudado era entregado a las madrinas y cuartilleras depositándolo,
éstas, en la bandeja de la Virgen.
Las roscas,
casi siempre eran adquiridas por familiares o amigos de las
madrinas; dando lugar, la subasta, a muchas historias, unas veces agradables y graciosas, y otras no
tan agradables.
El
valor que alcanzaba cada una de las roscas era
bastante uniforme, sin que hubiese grandes diferencias entre ellas, pues la
familia de cada madrina no consentía que “su rosca” tuviera menos valor que las
demás y siempre había alguien próximo, pariente o amigo, que llegado el caso,
si era necesario, adquiría la rosca; aunque a veces ocurrían piques entre la
gente elevándose el precio más de lo habitual.
En ocasiones,
había novios por medio y competían la familia del novio, o el
propio novio, y la de la madrina, para hacerse con la rosca; ello ocasionó más de un disgusto pues los noviazgos no siempre eran bien
aceptados por los padres del chico/a.
Otras veces, alguno pujaba “por deporte”, entrometiéndose en la subasta sin intención de comprar la rosca; simplemente,
para que los demás subieran el precio. Si tenía mala suerte y nadie
superaba la cantidad que él había ofrecido, tenía que quedarse con ella a su
pesar -en cierta ocasión, tras el ofertorio, alguna rosca fue revendida, a
escondidas, porque el adjudicatario de
la misma no estaba sobrado de dinero, y prefirió revenderla “a la baja”, perdiendo la diferencia, para no tener que afrontar el valor
total de de la misma-.
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Baile de El Cordón (1980) |
Coged cintas compañeras / para empezar a
tejer / con la ayuda de la Virgen /todas lo haremos muy bien.
Con esta estrofa empieza “El
Cordón”, que era bailado por madrinas y
cuartilleras. Cuando entre todas no
sumaban ocho, había que invitar a alguna
otra chica para completar el grupo y poder realizar el baile.
Al finalizar la ceremonia pública -vamos a llamarla
así-, cada madrina hacía un convite en
su casa, para los familiares e
invitados.
Esta
festividad, hasta mediados del siglo XX, se mantuvo viva en casi todos los
pueblos de la comarca y todos los años no faltaban chicas dispuestas
a ser madrinas, para ofrecer sus roscas a la Virgen; en cambio, a partir de esa
época, la fiesta siguió una suerte
dispar en cada lugar.
1.- Algunos pueblos
la han mantenido hasta la actualidad, con toda su esencia, respetando la fecha
original (en realidad realizan el festejo un fin de semana próximo al día de la
Virgen correspondiente). Así ocurre en Saucelle, Cabeza del Caballo,
Valderrodrigo, Valsalabroso, Guadramiro, Sardón de los Frailes, Cipérez, El Manzano ... que la celebran alrededor del 7 de
octubre - Virgen del Rosario - . En Bogajo, después de muchos años sin hacerlo, volvieron a recuperar la fiesta en 2017
2.- En otros
lugares siguen manteniendo la fiesta, pero han cambiado la fecha para favorecer que los
paisanos que residen fuera del pueblo, y
vuelven a éste de vacaciones, puedan
disfrutar del festejo.
En algunos
pueblos como Mieza, Fuenteliante,
Encinasola de los Comendadores, Villares de Yeltes, Sanchón de la Ribera…, festejaban “Las Madrinas” en octubre - Virgen del Rosario- , y han trasladado la fiesta a septiembre,
celebrándola un fin de semana próximo al día 8 - Natividad de la Virgen-)
En otros,
en cambio, la festividad ha pasado a hacerse, generalmente, a lo largo del mes de
agosto, como sucede en Zarza de
Pumareda, Cerralbo, Gema, Fuentes de Masueco, Bermellar, Sobradillo…
3.- Existe aún un tercer grupo de pueblos donde
la Fiesta de las Madrinas siguió otros derroteros… los peores posibles, ya que dejaron de celebrarla. Esto ha
sucedido en lugares, como El Milano, Saldeana, Villasbuenas y Barruecopardo (en estas cuatro localidades el festejo tenía lugar en “la Virgen de
septiembre” -el día 8 de este mes-). En El Milano, la última Fiesta de las
Madrinas debió celebrarse en la década de 1970; en Saldeana, este hecho
ocurrió unos años más tarde, en la década
de 1980; en Villasbuenas, la fiesta sobrevivió aún durante bastantes años más, mientras
que en Barrueco su desaparición fue muy anterior.
La última Fiesta de las Madrinas que se
celebró en Barruecopardo tuvo lugar a finales de la década de 1940. Ese año, dos madrinas ofrecieron sus roscas a
la Virgen: Jacoba Delgado Álvarez y María Cruz Sánchez Alegría -mi madre- acompañándolas, como cuartilleras,
sus respectivas hermanas, María y Bernardina.
Pudo
influir, de forma importante, el hecho de que hubiese una excesiva
concentración de festejos, en el calendario, en un corto periodo de tiempo. Hay que tener en cuenta que la fiesta se
celebraba el 8 de septiembre, a una
semana vista de las fiestas de El Cristo.
A esto hay
que sumar el importante desembolso
económico que, para la familia de cada madrina, suponía esta celebración, y no todo el mundo estaba en disposición de hacer grandes
dispendios económicos.
Aún se me
ocurre una tercera causa, quizá la más importante, que es la falta de motivación
o justificación para seguir celebrando la
fiesta. Dicho de otra forma, no la veían útil (nuestros paisanos debieron
entender que el acto de hacer ofrendas a
la Virgen, para que las cosechas fueran
abundantes, no ofrecía garantía alguna de que esto fuera a suceder así).
Qué bien nos cuentas historias, cosas y costumbres de nuestras tierras. Y con qué cantidad de información, documentación y detalles.
ResponderEliminarMe ha sorprendido saber que en Barrueco, Las Madrinas no se celebran desde hace años; así como que los cuartilleros son (eran) cuartilleras. A los de La Zarza esto nos choca un poquito y hace gracia.
Esta entrada, por su importante información y documentación, la voy a enlazar en nuestra página en el apartado correspondiente: Las Madrinas
Pues sí, en Barrueco la Fiesta de las Madrinas no se celebra desde hace unos 70 años, así que solo la conozco por referencias. Donde sí la he visto es en los pueblos vecinos. En unos había cuartilleros, en otros cuartilleras y en otros, ni lo uno ni lo otro. un saludo.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarSumamente interesante,como bien señala Manolo. A mi ,zarceño, me sorprendió ver cuartilleras hace años,creo que en Valsalabroso. La Virgen del Rosarios es la abanderada de las Madrinas.Es cierto que hay pequeñas variantes en el tipo de ofrenda,en los frutos entregados,en algunos casos pintorescos,como el cura de mi pueblo cuando yo era pequeño no aceptaba otra cosa que no fuera grano,trigo de preferencia.Mi abuelo Angel que no era agricultor y no cosechaba cereales le queso pagar el eqiivalente en metálico pero el cura se negó " La Virgen no estaría de acuerdo con romper la tradición",argumentó. El cura tenia un poblado gallinero. Un saludo,José. Mi padre llevaba los mismos apellidos que tú, nada extraño,pues era primo,no sé en que grado, de tu padre,del que tengo un gran recuerdo y afecto,cariño que era reciproco. Félix Carreto.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola Felix. Me alegro que te resulta interesante el relato dedicado a esta fiesta. Aunque con Las Madrinas hay pequeñas variantes, dependiendo de cada lugar, la esencia de la fiesta es (o era) la misma en todos los lados. Mi padre sí que me habló alguna vez de los Carreto de La Zarza, y que éramos "algo parientes". Un saludo.
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