Sucedió un martes, hace años
Hasta bien
entrado el siglo XX, el transporte público de personas se hacía en carruajes
tirados por caballos, similares a las famosas diligencias de las películas del Oeste
Americano. Después, cuando aparecieron los automóviles, el transporte de
pasajeros pasó a realizarse en autobuses.
En uno de aquellos
primeros coches de línea, que circularon por la comarca, sucedió este hecho. Unos
los sitúan en Villasbuenas, otros en La Zarza, otros en... Lo cierto es que, aunque
no pueda precisar dónde ocurrió este
suceso, eso es un detalle menor; sucedió, alguien me lo narró y así lo cuento
yo.
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Lo bueno del
asunto es que nadie se quedaba “en tierra”; siendo, por lo demás, el viaje en el
techo de estos autobuses bastante seguro, ya que su velocidad era muy baja
(apenas sobrepasaban los 30 km / hora); ello
hacía que las posibilidades de caerse fueran mínimas. Si a esto sumamos lo
saludable de viajar respirando aire puro (entonces se fumaba en los autobuses) ,
hasta podría parecer que esta forma de viajar era estupenda. Claro que todo
tiene un lado malo: los viajeros que iban en el techo del autobús, estaban
expuestos a las inclemencias del tiempo (calor en verano, frío en invierno,
viento,
lluvia…).
El hecho que
nos ocupa, ocurrió un día de invierno…un martes; todo empezó en Viti. A
mediodía, había mucha gente para coger el coche de línea con el fin de volver a
sus pueblos y el autobús se llenó pronto; por ello, a la hora de partir,
algunos pasajeros tuvieron que subir a la baca para hacer el viaje. El día se
había presentado muy nublado y lloviznaba, lo que hacía sumamente incómodo
viajar en ese lugar pues implicaba que los pasajeros iban a ir mojándose
todo el rato, a pesar de los paraguas.
El primer
viajero que subió a la baca lo hizo refunfuñando por no haber llegado un poco
antes y haber podido coger un sitio
dentro del autobús. Lloviendo como estaba, pensaba en el frío y la mojadura que
le esperaban, no paraba de echar maldiciones, y, entonces observó que entre el
equipaje que allí estaba ya colocado, había un ataúd que aquel día el coche de
línea llevaba a algún pueblo.
Está sin
estrenar - pensó este hombre - y si me
meto en él hasta que llegue al pueblo no me mojo, ni paso frío. Además, me voy
acostumbrando para cuando me llegue la hora. No lo pensó dos veces y se metió
en el mismo. Subieron, después, otros viajeros a la baca, y al poco rato el coche
inició la marcha.
El autobús
iba parando en los sucesivos pueblos y el del ataúd contaba las paradas. Cuando calculó que
habían llegado a la de su pueblo, levantó la tapa y dijo:
- ¡Qué! ¿Ya dejó de llover?
Los
viajeros que iban en la baca del autobús, junto al equipaje, como es natural,
pensaban que el ataúd, al ser nuevo, y estar sin estrenar, iría vacío; de forma que, cuando vieron
que se abría y que dentro había un hombre, quedaron aterrados.
Se vivieron
escenas de auténtico pánico: Los pasajeros, muy asustados, bajaron
precipitadamente desde el techo del autobús; unos lo hicieron por la escalera, mientras que
otros saltaron directamente, desde el techo del vehículo, al suelo. El deseo
de todos era pisar la tierra lo antes posible y salir corriendo. Más de
uno cayó de culo en el barrizal que
había aquel día, debido a la lluvia. Por
lo visto, había un cojo - cómo no - que
también viajaba junto al ataúd (no puedo explicar cómo subiría hasta allí, pero el caso es que
estaba). Bueno, pues este hombre apareció, aquel día, en su casa, sin muletas ya que éstas se habían quedado en la baca del autobús. Era tanto el
miedo que llevaba que no las necesitó, ni para bajar del coche de línea, ni
para llegar a su casa.
Había oído el relato de este suceso; pero no con tanto detalle como este tuyo ahora.
ResponderEliminarLa imagen de un coche de línea abarrotado, con gente en la baca y encaramados hasta en la escalera de subida me viene a la memoria, pues en más de una ocasión esto se repetía; por ejemplo para acudir a una corrida determinada y tener solo esa oportunidad de desplazamiento.
Saludos, -Manolo- (De la Zarza)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe imagino la situación. Desternillante.
ResponderEliminarConocí algún autobús de este tipo, incluso atrás llevaban un hueco para llevar ganado al mercado.
Un saludo.