miércoles, 17 de julio de 2024

Una historia de amistad

  Cuando alguien visita nuestra comarca por primera vez, inmediatamente se da cuenta que está en una zona predominantemente ganadera, ya que casi todo el terreno está dedicado a pastos para el ganado y apenas hay suelo dedicado a la agricultura, pero esto no siempre fue así. 
  
  Hasta el último tercio del siglo pasado, una amplia superficie de nuestros campos se dedicaba a la agricultura, fundamentalmente a sembrar cereales; cientos y cientos de hectáreas eran dedicadas al cultivo de trigo, cebada centeno y avena. A ello habría que añadir que, en los lugares próximos a los pueblos, también había bastantes huertas; era muy común que cada familia cultivase la suya propia para autoconsumo de los productos de temporada, 

  A comienzos del verano, cuando el cereal estaba maduro, tenía lugar la recolección de la cosecha; una actividad muy laboriosa que consistía en segar, juntar las espigas en haces, acarrearlos a las eras, amontonarlos formando hacinas, trillar y después hacer las parvas para separar el grano de la paja, dándose el proceso por finalizado cuando el grano era transportando a los silos o paneras y la paja a los pajares. 

  Este, posiblemente, era el trabajo más duro que antes realizaba la gente del campo a lo largo del año ya que, casi toda la faena, se hacía manualmente y requería una infinidad de horas de trabajo implicándose en ello toda la familia, grandes chicos y medianos; con unos horarios amplísimos -de sol a sol- que causarían espanto a la actual ministra de trabajo, Yolanda Díaz. Por si todo ello no fuera suficiente, esta labor se desarrollaba bajo un sol implacable, propio del mes de julio. 
Mahide en internet

 
 Yo, cada vez que escucho el pasaje de la Biblia “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, automáticamente recuerdo a nuestros padres y abuelos, a veces siendo aún niños, subidos en un trillo tirado por un par de vacas, a las cuatro de la tarde. (En su caso, pienso que la Biblia hasta se quedaba corta. Esos días se ganaban el jornal, precisamente, trillando el pan y no solo sudaban por la frente, sino que lo hacían por todos los lados)

  Esto fue así durante siglos, hasta que la mecanización del campo, con la llegada de las cosechadoras, hizo posible que la recogida de la cosecha de cereales se simplificara enormemente consiguiendo que un trabajo, que requería bastantes semanas, pasara ser realizado en pocos días y con muchísimo menos esfuerzo; quedando para el recuerdo oficios como el de segador y trillique, perdiendo además su función las eras. 
 
  Se puede decir que, en la década de 1980, trillar de forma tradicional era algo casi testimonial, resultando incluso pintoresco para muchos, algo digno de ser fotografiado para tener un recuerdo del pasado inmediato. 

   Por esa época, concretamente. corría el año 1982, una tarde de primeros de julio iban Paco, Pilar la esposa y su hijo de vacaciones, en el coche, y ya se encontraban muy próximos a su destino que no era otro que un pueblo de nuestra comarca, ya que eran naturales de allí. 

  Él, como tantos otros, había trabajado en el campo, pero como en aquellos tiempos los campesinos trabajaban mucho, obteniendo a cambio un rendimiento económico muy ajustado, dos años antes había tomado el camino de la emigración y trabajaba en Valladolid, concretamente en la fábrica Renault. 

  Dentro del vehículo, que por supuesto era un Renault, iban los tres muy contentos debido a que  Paco, el día anterior, había comenzado sus vacaciones de verano y se dirigían a pasarlas al pueblo, junto a la familia, amigos y resto del paisanaje, faltando ya muy poco para llegar. 

 Cuando uno es de un pueblo, ya sea de Salamanca o de cualquier otro lado, y no vive en él habitualmente, uno de sus mejores destinos turísticos posibles es regresar al pueblo donde va a poder disfrutar unas vacaciones completas, tanto del cuerpo como del alma. 

  Las vacaciones del cuerpo pueden pasarse en cualquier lado del mundo, ya sea en la costa española, el Caribe, países nórdicos…, el destino es indiferente porque son unas vacaciones exclusivamente de los sentidos: descansar, bañarse, ver bonitos paisajes, comer bien, tomar el sol… 
 
  En cambio, las vacaciones del alma solo es posible disfrutarlas cuando uno vuelve al pueblo; en él,  además de recrear los sentidos como en cualquier otro lugar, puede también alimentar el espíritu ya que regresa al lugar donde pasó su infancia, adolescencia y juventud, unos tiempos en los que era feliz, aunque entonces no era consciente de ello;  supone un reencuentro con su familia, amigos, paisanos y hasta consigo mismo…con su mundo interior. 

  Faltaban unos tres km para llegar al destino y Paco vio, a través del parabrisas, una tierra pequeña al lado de la carretera con haces de cebada colocados sobre los surcos, esperando a ser acarreados a la era para ser trillados. Muy extrañado, por lo que veían sus ojos, exclamó: 

 - ¡Quien será el tonto que aún sigue segando a mano! Además, ahora tendrá que acarrearlo a la era y trillarlo. Tenemos algunos paisanos que son de lo más atrasado…, hace falta ser idiota. 

 - ¡Y eso a ti qué te importa! Respondió su mujer. 

 - Pues sí...tienes razón, debería darme igual porque no voy a hacerlo yo, pero es que no me cabe en la mollera que aún haya gente así en nuestro pueblo. Si esto sucediera diez años atrás, hasta lo entendería, ¡pero ahora…!  El dueño de esto, “el pobrito”, se va a tirar dos o tres semanas hecho un desgraciado,  hasta que lo recoja todo; en cambio, si viniera la cosechadora, en un rato lo tendría todo apañado.  Cuando sepa quién es, se lo pienso decir. 

  Pilar reía divertida, viendo el enfado de Paco; hasta dos años antes, ellos habían vivido del campo y sabían la dura tarea que ello conllevaba ; para obtener un rendimiento económico muy magro, era preciso realizar un trabajo sin horarios establecidos, sin fines de semana libres, sin vacaciones…, habiendo sido ese, precisamente, el motivo por el que Paco, un enamorado de su antigua profesión de campesino, había decidido trabajar en algo más productivo viéndose obligado a abandonar el pueblo para ir a trabajar a la Renault. 
 Aquel era el segundo verano que volvían al pueblo a disfrutar de las vacaciones correspondientes; tenían un mes por delante para ellos y el asunto de aquella cebada aún sin recoger ni les iba ni les venía, por lo que no entendía el enojo del marido 

 - A ti esto te da igual…déjalo ya; ni que fueras tú quien tuviera que realizar ese trabajo. 

 - No sé de quién es esto, pero soy su mujer y es que ni le ayudo; le digo que recoja la cosecha él solo y de paso que se coma la paja, porque hace falta ser burro, con los tiempos que corren, para ponerse a hacer todo este trabajo a mano. 

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  Estamos tan acostumbrados a los teléfonos móviles, estos aparatos tan maravillosos que nos permiten estar conectados, permanentemente, con el mundo entero, que parece que llevan toda la vida con nosotros, pero eso no es así; en aquella época, si los había, aún no estaban al alcance de los españoles y las noticias, en vez de ser inmediatas como sucede actualmente, gracias ellos, si vivías lejos de donde ocurrían, podías enterarte de ellas al cabo de varios días e incluso semanas. 

  Cuando Paco y su familia llegaron a la casa que tenían en el pueblo, una vez bajaron el equipaje y se acomodaron, decidieron ir a saludar a las respectivas familias. 
  Iban camino de la casa de los padres de él, que era la más cercana, y en el camino se cruzaron con el padre de Paco que iba, precisamente, a verles. Alguien del pueblo, que les había visto llegar, ya se lo había comunicado a él. 

  Se saludaron efusivamente, muy contentos por el reencuentro y el padre de Paco dijo: 

 - Tengo una mala noticia para ti, hijo. 

 - ¡Pero padre...no me hagas esa faena!, bromeó Paco. Acabamos de llegar, para nosotros lo mejor de las vacaciones son estos momentos... los de la llegada al pueblo, ya que para nosotros es cuando empiezan realmente, apenas llevamos una hora aquí y vienes a darme una mala noticia. 

 - Te la digo mañana, ¿ lo prefieres así ?  

 - Era una broma, dímela ya. 

  El padre veía a los tres, nuera, hijo y nieto, tan sonrientes y contentos, que lo pensó mejor y decidió que no quería amargarle la tarde a nadie. 

  - Tienes razón. Lo que iba a decirte da igual que lo haga ahora o más tarde; disfrutad de vuestra llegada y mañana por la mañana hablamos. Aunque a lo mejor te enteras por otro; en los pueblos ya sabes que las noticias vuelan. Apenas hacía diez minutos que habíais llegado y supe que estabais aquí ya porque alguien os vio llegar y me lo dijo. 

 - Dime lo que sea porque, como bien dices, al final va a ser otro quien acabe dándome la noticia. 

  Pilar viendo la escena, los cuatro parados allí en plena calle, sugirió entonces: 

 - ¿Qué os parece si seguís hablando los dos, tranquilamente, y nosotros dos vamos a saludar a mis padres? Te esperamos allí, Paco. 

 - Vale, enseguida voy para allá.  

  Quedaron los dos hombres solos y dijo el padre: 

 - Es mejor que se haya ido Pilar, así estamos más libres para hablar los dos. 

 - ¿Por qué?, es algo relacionado con su familia. 

 - No, por ahí no va la cosa. Se trata de tu amigo Generoso. 

  Generoso, era un íntimo amigo de Paco; desde la infancia, cuando iban juntos a la escuela; siempre se habían llevado estupendamente y, como era hijo único, Paco, para él, era como un hermano.

 - ¿Qué le pasa?, respondió Paco poniéndose en alerta. 

 - Está ingresado en el hospital; lo llevaron hace tres días con una pierna rota por un accidente que tuvo; se resbaló al bajarse del tractor, cayó mal y se escoñó la pierna. Le han operado ayer y aún tiene que estar unos días ingresado. 

 - ¡Pobre Gene! Tendré que ir a verle al hospital. Pues sí que tuvo mala pata…nunca mejor dicho. 

 - Así es, pero como las desgracias nunca vienen solas, aún hay otro problema, 

 - ¿Le ha ocurrido algo más? 

 - Tu amigo, desde hace varios años ya no siembra nada de cereal, tiene todo el terreno para pasto del ganado; pero resulta que tiene una tierra pequeña que está bastante lejos, allí nunca lleva las vacas y este año, para sacar algún rendimiento de la misma, se le ocurrió sembrar cebada. 
   Cuando llegó la cosechadora que viene al pueblo todos los años, a cosechar lo de todos, el dueño de la misma y él no se pusieron de acuerdo en el dinero que le pedía pues entre pagar el desplazamiento de la cosechadora a la tierra, que encima está lejos, el trabajo de cosechar y a ello sumamos que la tierra tiene poca extensión, le salía “lo comido por lo servido”, o como se dice vulgarmente, "valía más el collar que el perro".
  Entonces, lo que pasó fue que Generoso tampoco quería dejar la cebada en la tierra y decidió recoger el grano al modo tradicional, así que el plan era segar, traerlo a la antigua era y trillarlo. 
  El pobre, encima de estar ya arrepentido por habérsele ocurrido sembrar la cebada; una vez que la había segado, fue cuando sufrió el accidente del tractor y los haces todavía están en la tierra sin recoger. A lo mejor, incluso los has visto al venir; la tierra está al lado de la carretera 

  Paco, a medida que escuchaba a su padre, iba quedándose atónito por lo que oía. 

  - El padre de tu amigo, recordarás que murió este año. 

  - ¡Cómo no voy a recordarlo…! Vine al entierro. 

   - Te cuento todo esto para que lo sepas y también porque hay que ayudarle. Sin padre ni hermanos, eres tú a quien tiene. Es casi providencial que hayas tomado este año las vacaciones ahora en julio y estés aquí, siguió diciendo su padre. Yo voy a ir contigo a ayudarte, por supuesto. 

 - ¡¡¡Estás diciendo que entre tú y yo vamos a ocuparnos de acarrear los haces de cebada a la era, de trillarla y todo lo demás …y que esas van a ser mis vacaciones!!! 

 - ¡Mira hijo!, respondió el padre muy serio, Gene es tu amigo y siempre se ha dicho que “los amigos y los cojones son para las ocasiones”. Él, si fuese necesario, estoy seguro que haría lo mismo por ti.

  Cuando Paco llegó a casa de sus suegros, donde Pilar y su hijo le esperaban; tras los oportunos saludos,  le comentó a ella: 

 - ¿Recuerdas que, cuando veníamos por la carretera, vimos una tierra con haces de cebada y te dije que quien sería el tonto que tenía que recogerlos y trillarlos? 

 - ¡ Cómo no voy a acordarme !, te pusiste muy pesado y hasta que llegamos al pueblo no dejaste de criticarle todo el rato. 

 - Bueno, pues a ese tonto lo tienes delante de ti...mañana empiezo.


Nota: Esta historia sucedió realmente y me la contó el propio Paco, el protagonista de la misma. Era el verano de 1983. Recuerdo que comentó riendo: "le he dicho a Gene que, si vuelve a sembrar algo de cereal, hasta dejamos de ser amigos para que no me vuelva a ocurrir lo mismo que el verano pasado". 

4 comentarios:

  1. Genial como siempre. Eres un artista José. Gracias por compartir tu enoooorme cultura. Un abrazo

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    1. Esto sucedió realmente y en su momento lo vi como un verdadero canto a la amistad. Un abrazo.

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  2. Saludos desde La Zarza virual
    -Manolo-

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    1. Saludos Manolo. Ya tenéis ahí a San Lorenzo. Que disfrutes mucho de la fiesta.

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