viernes, 23 de octubre de 2020

El Corral de los Lobos

 

 

    Una vez tres cazadores formaron una partida para ir a cazar al lobo, tuvieron suerte, abatieron un buen ejemplar y, mira por donde, los tres querían la piel del animal.

   “Pa” mí…”pa” ti…”pa” ti…”pal” otro…, estuvieron discutiendo un buen rato a ver cuál de los tres tenía más derecho a quedarse con la pelleja del animal y, como no llegaban a ponerse de acuerdo, determinaron acudir al juez para que decidiera cuál de ellos se quedaba con la piel.

   El juez lo pensó un poco, miró a los tres hombres y dijo:

   - Aquel de los tres que diga la mejor sentencia, se llevará la piel del lobo.

    Llegó uno y dijo:

   - Yo creo, señor juez, que este lobo que hemos “matao”, ha comido más de crudo que de “asao”.

   Otro dijo lo siguiente:

   - Sr. Juez, este lobo que hemos “matao”, ha dormido más al raso que bajo “tejao”.

   El tercero, a su vez, dijo:

   -   A este lobo que hemos “matao”, nadie le ha dado peor rato que el que nosotros le hemos “dao”.

- Para ti es la piel, dijo el juez al último.

   Y se acabó.

      Este cuento, que nos contaban de pequeños, es un ejemplo de narraciones tradicionales donde el factor a destacar es el ingenio de las personas. Como podemos ver, en este caso, el juez no tuvo duda alguna en adjudicar la piel del lobo al que dijo la última sentencia,

    Actualmente, en nuestra comarca, salir a cazar al lobo es algo totalmente impensable ya que estos animales, al sur del Duero, están incluidos en el listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, y si alguien osa hacerlo, aunque le haya comido medio rebaño de ovejas, está expuesto a fuertes sanciones económicas por parte de la autoridad y, con toda seguridad, acabará siendo acusado, por las organizaciones ecologistas, de haber cometido un crimen de lesa humanidad.

   Sin embargo, si alguien es algo antojadizo y un día quiere darse el capricho de abatir a un “lobito bueno, al que maltrataban todos los corderos”, como decía el poema de José Agustín Goytisolo, al norte del Duero sí que puede hacerlo, ya que en determinadas comarcas es considerado una especie cinegética de caza mayor. Claro que para ello son necesarios una serie de trámites, así como las bendiciones de la Junta de Castilla y León que es quien determina el cupo de ejemplares que pueden abatirse cada año en la Comunidad, con el fin de evitar que haya una “superpoblación lobera” en el territorio; previo pago, eso sí, de unos cuantos euros -“sólo” unos miles-

  Cazar lobos no es fácil. Pretender hacerlo mediante las modalidades de rececho (acercarse sigilosamente al animal y pillarle despistado, para matarlo cuando está a tiro, o a salto de mata, es extremadamente difícil, por no decir imposible. Son de tendencia muy esquiva y procuran vivir alejados del hombre -tienen sobradas razones para ello-, además, están dotados de una vista y un olfato muy desarrollados que le son sumamente útiles para cazar a sus presas, y para protegerse de los cazadores.

   Si un cazador sale al campo con la pretensión de cazar lobos, siguiendo alguno de los métodos anteriores, estos animales, como son capaces de verle y olfatearle a larga distancia,  se alejan a toda prisa del lugar sin que aquel tenga siquiera la oportunidad de verles el pelo.

   Al lobo suele cazársele en la modalidad de aguardo, que consiste en esperarle en un sitio determinado al que acude habitualmente a comer, porque se le ha echado comida allí previamente durante un tiempo y, cuando tiene hambre, se ha acostumbrado a acercarse hasta ese lugar a nutrirse; o al acecho, en este caso,el objetivo consiste en esperarle durante la noche, en alguna vereda o sitio donde es sabido que pasa habitualmente en sus corribandas nocturnas.

  Para estos lances, el cazador ha de estar debidamente camuflado y armarse, además de una buen escopeta o rifle, de mucha paciencia, ya que puede tirarse horas esperando a que su víctima pase por allí si es que pasa, ya que puede haber cambiado de planes y tomar otro camino dejando al cazador, sea legal o furtivo, compuesto y sin pieza cobrada.

   Actualmente, la caza del lobo está totalmente prohibida en España, casi en la totalidad del territorio, pero, hasta hace tan solo unas décadas, no solo es que estuviera permitida, sino que cazar lobos estaba bien visto ya que eran abundantes y atacaban al ganado. Aunque se distribuían prácticamente por todas las regiones de nuestro país y campaban por sus respetos, procuraban guardar una distancia prudencial con el hombre ya que la proximidad hacía que se jugaran literalmente el pellejo. Era bastante común, en muchas casas, encontrar alfombras de piel de lobo/a y de zorro macho y zorro hembra -al zorro hembra no me atrevo a llamarla zorra por las connotaciones machistas que ello puede suponer-.

   Eran tiempos en los que ser ganadero y vivir del campo era casi una labor heroica ya que muchas veces ganaban lo justo para sobrevivir a pesar de desarrollar un trabajo que resultaba muy duro y con unas jornadas laborales que a veces eran interminables.  

   Durante el día, los pastores pasaban el día entero en el campo, expuestos a soles, lluvias, vientos, tormentas, heladas… cuidando los rebaños de los posibles ataques del lobo y también de posibles robos por parte de los cuatreros, que también los había; para cuidar el ganado, casi siempre tenían perros de todo tipo, desde mastines hasta perros pulgosos de raza incierta, que les ayudaban a proteger los rebaños. Y durante la noche, guardaban el ganado en corrales, para tenerlo a buen recaudo. Sabían que el peligro del lobo siempre estaba presente, y por ello debían mantener las reses siempre protegidas.

   El lobo, por su parte, intentaba mantenerse lejos del hombre y para comer intentaba arreglárselas  cazando animales salvajes pues sabía que si se acercaba demasiado a los humanos su piel podía pasar a ser una bonita alfombra; claro que con frecuencia la caza escaseaba, no encontraban condumio en su medio y, aun con el riesgo que ello llevaba, tenía que acercarse al territorio del hombre a ver si pillaba algún rebaño accesible para llevarse algún cordero u oveja a la boca o, llegado el caso, alguna cabra o cabrito.

  A las vacas y a sus becerros no solía atacarlos ya que estos animales son más corpulentos y la naturaleza les ha proporcionado unos largos cuernos con los que, llegado el caso, se defienden eficazmente -para que luego digan que el tamaño no importa y que los cuernos son malos-

   Cuando ocurría alguna Lobada, que es como eran conocidos los ataques del lobo al ganado, eso era un signo inequívoco de que algún lobo andaba en las cercanías. Es sabido que una vez que el lobo ha probado la carne de cordero o cabrito, lo habitual es que repita, de modo que, cuando vuelve a tener hambre, reincide en atacar otro rebaño y se olvida de andar por los montes y barrancos buscando jabalíes y ciervos, a quienes les cuesta mucho cazar.

-      Como podemos ver, tal como ocurre con los humanos, su naturaleza le inclina a ser comodón y realizar el menor esfuerzo posible; otra característica, que comparte con el hombre, es que, cuando come un buen lechazo, indefectiblemente, repite la experiencia-

  Bueno, pues cuando había alguna lobada, la solución que buscaban nuestros antepasados era deshacerse del lobo, cazándolo, empleando para ello lo que se conocían como “corrales de lobos”.

   Estos corrales, son unas construcciones circulares de paredes muy altas, sin techo, levantadas con piedras de granito, tan abundantes en nuestra comarca, mediante la técnica conocida como “piedra seca”, denominada así porque se realiza sobreponiendo las piedras unas sobre otras, sin ningún material de unión interpuesto -cemento o barro- entre ellas.

Corral de lobos (Saucelle)
   Para la parte superior del muro se reservaban lanchas de piedra planas que sobresalían hacia adentro, como el alero de los tejados, para impedir que una vez el lobo entrara dentro del corral, pudiera salir de allí por mucho que saltara, ya que estos corrales eran trampas que se construían para cazarlos.



  Los muros de estos corrales eran muy altos y por ello, en la parte exterior de los mismos solía haber alguna escalerilla construida aprovechando las propias piedras de la pared procurando que sobresalieran de la misma, cuyo fin era facilitar que el lobo pudiera subir con facilidad a la parte alta del muro y desde allí saltara al interior.

- ¿Y por qué iba a saltar el lobo al interior del corral? Puede preguntarse alguno.

   La respuesta a ello es que estas construcciones se hacían para cazarlo siguiendo una técnica muy similar al aguardo, pero sin la figura del cazador pudiente dispuesto a pegarle un tiro al lobo, por un puñado de euros. Los corrales de lobos se construían para tenderle una trampa a este malvado personaje de los cuentos, que consistía en dejar, en el interior del corral, alguna oveja vieja o enferma como cebo, durante la noche, para que llamara la atención del depredador y este la cazara.  

   Cuando un lobo hambriento encontraba  una oveja sola e indefensa en el medio del campo, sin perro alguno que la defendiera, debía pensar que era su día de suerte, poco menos que un regalo de los dioses lobunos, si es que existen;  así que imagino que subiría alegremente por la escalerilla el muro del corral, desde la cima del mismo se relamería observando a su víctima, sin importarle lo más mínimo si era de raza churra o merina, y después saltaba al interior para darse el festín  correspondiente. Una vez saciado su apetito, cuando intentaba salir de allí, es cuando comprobaba que había objeto de una trampa.

  La gran altura de los muros, sin ninguna arista donde apoyarse así como las piedras planas de la parte alta del mismo, sobresaliendo del borde superior de la pared, impedían que pudiera salir de allí, quedando atrapado hasta la mañana siguiente.

  Cuando el dueño de la oveja volvía a ver si la trampa había tenido éxito y comprobaba que allí había un lobo, supongo que éste acababa malamente y su piel, tras ser curtida y debidamente preparada, acaba siendo convertida en una alfombra o formando parte de un bonito abrigo.

  En nuestro pueblo hubo un corral de lobos, aunque un poco cutre, todo hay que decirlo. Era muy pequeño, apenas dos metros de diámetro y sus constructores no debieron esmerarse mucho en su construcción pues, además de diminuto, no ha resistido el paso del tiempo y está totalmente en ruina.

   Donde hay un magnífico corral de lobos, muy bien conservado, es en Saucelle, muy próximo el antiguo camino de Barrueco a este pueblo; es de forma circular, tiene unos 12-15 metros diámetro y está construido con una imponente pared de piedra granítica de dos metros de altura.

   El que los hombres de entonces se tomaran la molestia de construir un corral de lobos tan espectacular, es un claro indicador de la gran cantidad de lobos que en su día tuvo que haber en la comarca.

2 comentarios:

  1. Curiosos esos corrales de lobos, que en La Zarza no recuerdo que hubiera alguno. Sí hay restos de corrales protectores del ganado, para ovejas, cabras, donde pasar la noche a salvo. Como se ve en estos restos existentes: VER VIDEO
    Anoto: Zorro hembra y NO ZORRA
    También que hay mucha similitud entre el lobo y el hombre. No confundir con el “hombre-lobo”.
    Siempre se ha dicho que: “El hombre es un lobo para el hombre”
    Cuánto aprendemos y disfrutamos con tus historias, anécdotas, cuentos y todas esas cosas que te contaron y que tan requetebién, amplia y documentalmente relatas.
    Gracias

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  2. Hola Manolo, me alegra que te guste.
    He visto tu vídeo sobre las paredes de granito y me ha gustado mucho, es una buena muestra de la maestría con la que nuestros antepasados realizaban sus construcciones que no se limitaban a las paredes de los prados ni los casetos. No hemos de olvidar que las antiguas casas también se hacían de piedra, un material autóctono y abundante en nuestra zona.
    Un saludo

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