martes, 21 de abril de 2020

La leyenda de La Lamia


   Las leyendas, son unas narraciones que han ido transmitiéndose oralmente de padres a hijos y su temática es muy variada. Tenemos leyendas épicas, basadas en hechos reales, donde es difícil discernir la realidad de la ficción, un claro ejemplo de ello lo tenemos en personaje tan cercano a nosotros como El Cid; hay leyendas de tipo religioso (la vida y milagros de algunos santos, caen dentro de este género); otras leyendas podríamos catalogarlas como "geográficas" ya que sirven para explicar el origen de algún fenómeno natural: un monte, un lago, una peña..., y aún podríamos añadir más tipos de leyendas, pero como no se trata de hacer un estudio pormenorizado del tema, voy a dejarlo aquí.
   Paralelamente a las leyendas están los mitos; estos, también son relatos tradicionales pero, a diferencia de las leyendas, no están basados en hechos históricos ni tienen conexión alguna con la realidad, son narraciones que describen hechos fabulosos protagonizados por seres sobrenaturales: dioses, semidioses, monstruos y otros seres fantásticos.
   A medio camino entre el mito y la leyenda podríamos situar a "Lamia" ya que, aunque es un ser mítico, este personaje es real y “vive" entre nosotros.

   Lamia ya era conocida en la Grecia Clásica, hace unos 2.500 años, y su leyenda está muy extendida por Europa. La historia de La Lamia junto a otras similares como La Marimanta, El Ojáncano, La Fiera Corrupia, Arboroso… son narraciones fantásticas muy interesantes que se contaban en nuestro pueblo, forman parte de nuestra cultura y están muy olvidadas.

   La “Lamia de Barrueco”, su leyenda, no surgió aquí; si consideramos que las primeras referencias que existen de ella son muy anteriores a la existencia del pueblo, no hace falta ser demasiado listo para entender que es imposible que fuera originaria de aquí; además, es conocida en otras regiones de España y también en otros países europeos, luego tampoco podemos considerarla exclusiva de nuestro pueblo; pero si aceptamos que Lamia, al principio, sólo era una, y ahora hay muchas, ya que en cada lugar tienen una propia, ¿cuál es la verdadera? Evidentemente, la nuestra ¡ahí no cabe duda alguna! Podemos afirmar “categóricamente, que la auténtica Lamia es paisana nuestra ya que vive aquí, en un paraje de nuestro pueblo.

   Hace ya cientos de años, no sé si casual o premeditadamente, pasó por estos pagos, le gustó el lugar y se estableció en nuestro pueblo. Su edad es indeterminada, ya que es inmortal, y, a pesar de los años, se conserva muy bien y tiene un aspecto magnífico; pero no adelantemos acontecimientos y comencemos desde el principio. Veamos quién es el personaje.

   Según la mitología griega, Lamia era una princesa libanesa y Zeus, el rey de los dioses del Olimpo, durante una temporada se sintió atraído por ella y, como no era precisamente amor platónico lo que había entre ellos, acabaron tuvieron varios hijos -Zeus, estaba un poco salido y, aprovechando su condición de dios, tuvo decenas de amantes-. 

   Hera, la mujer de Zeus, furiosa porque el marido la hubiera engañado con otra -ni de los dioses puede fiarse una- cuando se enteró y pidió explicaciones al "marido", éste, haciéndose el sueco y mintiendo descaradamente, al modo de los políticos españoles de ahora, le contestó que aquellos no hijos eran suyos y que a Lamia ni la conocía.
   Claro que Hera estaba al tanto del asunto y en un acto de celos mató a los hijos de Lamia, algo que a ésta le enfureció mucho. Desde entonces, como venganza, se dedica a matar y devorar los niños de los demás; además, al sentirse engañada por Zeus, cogió un odio mortal a los hombres y, como  segunda actividad, se carga a todos aquellos que pilla por delante; primero los seduce y después, cuando están dormidos, les chupa la sangre.

   A Lamia hay que incluirla en el mismo grupo que los centauros y las sirenas, ya que es un ser híbrido. Su cuerpo, de cintura para arriba, es el de una joven y bella mujer, mientras que de cintura para abajo es largo y escamoso como el de una serpiente, aunque tiene la propiedad de adquirir una apariencia totalmente humana cuando lo desea, algo que le es muy útil para atraer a los hombres que seduce ya que, si no fuera así, en vez de sentirse atraídos, huirían despavoridos al verla.

   Estos seres viven en las orillas de los ríos y evitan el contacto con los humanos, de ahí que siempre se establezcan al lado de cursos de agua alejados de la civilización. Cuando alguien se aproxima a estos lugares, se sumergen en el agua y permanecen en las profundidades hasta que el intruso/a se aleje de allí, por eso siempre pasan desapercibidas.
   Sólo si están descuidadas, lo cual es extremadamente raro, se las puede observar peinando su rubia y larga cabellera con un peine de oro.
    Otra de sus características, es que, contraviniendo las recomendaciones de los médicos de tomar el sol con moderación para mejorar el metabolismo de la vitamina D, evitan en lo posible exponerse a la luz de nuestra estrella.
    La leyenda también dice que para librarse de estos seres hay que arar los ríos y arroyos donde viven con dos novillos nacidos en la mañana de San Juan. 

   La historia de “La Lamia” ya era empleada por las madres de la antigua Grecia para asustar a los niños y así obligarles a comportarse bien; posteriormente, los romanos copiaron la leyenda y utilizaban también a las Lamías (ya no era una, sino varias) como argumento para asustar a niños y adolescentes junto a otra serie de monstruos y seres míticos. Estas narraciones fantásticas, asombrosamente, han llegado hasta nuestros días.

   A Barrueco no sabemos con certeza cuándo y cómo llegó, pero lo que está fuera de toda duda es que Lamía un día ya lejano decidió establecerse en nuestro pueblo y no fue por casualidad. Eligió nuestra comarca para vivir porque aquí encontró un lugar idóneo para fijar su morada; buscaba un río tranquilo y apartado de la civilización, lejos de las miradas de los humanos, donde los rayos del sol llegasen con dificultad, y si un río ofrece estas características es El Huebra.

   Vivimos en una comarca con una demografía muy pobre, justo lo que quería La Lamia -somos parte de la "España Vaciada", un concepto creado recientemente por los medios de comunicación. Nuestra provincia lleva décadas perdiendo población de forma brutal y hasta ahora, salvo nosotros, parece que nadie se había dado cuenta de ello-. 
   Además, aquí encontró un río perfecto para vivir: los impresionantes cañones del Huebra a la altura de nuestro pueblo ocasionan que la orilla del río, en alguno de sus tramos, sea prácticamente inaccesible; incluso la corriente de agua, desde lo alto de los cantiles no es posible verla en muchas zonas debido a la fragosidad del terreno. Si a ello sumamos el hecho de que el cañón del río, al ser profundo y estrecho, impide que muchos días, a lo largo del año, los rayos del sol apenas alcancen el lecho del río, nos da una clara idea de por qué Lamia encontró aquí un lugar idóneo para establecerse. 

   Además de vivir en una zona alejada del hombre y protegida de los rayos solares, allí se siente totalmente segura ya que las posibilidades de desalojarla de ese lugar son prácticamente nulas. ¡A ver quién es el majo capaz de arar el río con dos novillos, hayan nacido o no por San Juan! -que los baje primero, que baje el arado, y después de arar que lo suba-. ¿Qué mejor morada podía encontrar nuestra Lamia?

   El personaje de La Lamia también era usado en nuestro pueblo para asustar a los niños. Yo recuerdo de pequeño haber escuchado alguna vez que no debía ir al río porque en aquellos parajes había una serpiente enorme que se comía a los niños crudos. Hasta que fui mayorcito, evité acerqué a aquellos lugares (resultó efectiva la advertencia de mis padres). La amenaza de la serpiente me recuerda a Lamía ¿acaso no tiene la mitad inferior del cuerpo recubierta de escamas?
   De adolescente las cosas cambian. Nunca me dijeron que en el río uno podía encontrar a una bella y seductora mujer rubia. Seguramente, en vez de tener un efecto disuasorio, me hubiese parecido muy interesante acercarme hasta allí.
  Ya convencidos todos de que La Lamia vive en Barrueco, en El Huebra, ha llegado la hora de especificar un poco más. ¿En qué lugar concreto, de los incomparables parajes que ofrece nuestro río, tiene su morada este ser mítico?
   Creo que merece la pena saberlo por si un día logramos sorprenderla, algo muy improbable ya que al tratarse de un ser mágico detecta a los curiosos mucho antes de que estos puedan siquiera asomarse al río y siempre se esconde para no ser ser vista. Pero ¡quién sabe! si un día se despista y conseguimos verla en la orilla del Huebra, peinando su rubia y larga cabellera con peine de oro.

   Si alguien pretende verla, hay que aclarar que la Lamía vive exactamente, como alguno quizá haya ya adivinado, en el "Pozo de La Lamia".
   En el río, son conocidos como pozos cada uno de los tramos del cañón que éste ha ido labrando sobre el terreno a lo largo de millones de años, todos ellos tienen nombre propio. Algunos de estos pozos, siguiendo el curso del Huebra, de arriba hacia abajo, son: Pozo Redondo, que limita con el término de Saldeana, Pozo Lino, Pozo del Risco Chico, Pozo de la Lamia, Pozo de las Palomas…

   El Pozo de La Lamía se encuentra a la altura de Las Arribes. En la zona donde están el castro celta y la cabaña adyacente a este. Si seguimos en línea recta hacia el río, llegamos a un cantil desde el
Pozo de la Lamia
cual podemos apreciar a su vez otro que no tiene continuidad con el anterior, en el que habitualmente se posan los buitres. El pozo que hay inmediatamente a la derecha de este lugar, río abajo, es el Pozo de la Lamia.
   De los distintos pozos, éste es uno de los más recónditos. En este tramo del río, el cauce es bastante estrecho y las paredes de los barrancos, en ambas orillas, tanto en el lado de Bermellar como en el de Barrueco, son prácticamente verticales ocasionando que la que la corriente de agua apenas sea visible desde lo alto del precipicio - Lamia, evidentemente, escogió un sitio excelente para protegerse de los curiosos-  
   De toda formas, si alguien desea intentar sorprenderla ya sabe dónde tiene su morada. Suerte.

5 comentarios:

  1. Explicas muy bien la zona, y concretamente el Pozo de la Lamia para ir en su busca. No pienso ir, por si las moscas.
    Ahora una nueva Lamia, en forma del coronavirus, viene a ser el coco actual de los niños. Y este coco, aunque invisible, es real y nos tiene a todos encerrados, también a los niños, en casa. ¿Si supiéramos su lugar de alojamento?... Si tuvieran un Pozo propio donde se aloja?. Pero no, éste además de invisible es rápido, está en todas partes, recorre el mundo a gran velocidad y nos tiene a todos a chicos y grandes, (a los grandes más) acongojados (y lo otro también).
    ¿Cómo lo llevas?... ¡¡¡Cuídate!!! . Por aquí con altibajos del ánimo en ciertos momentos. No es para menos. Esperamos que esta pesadilla pase pronto y con el menos daño posible. Que ya ha hecho mucho. Y lo que harán sus secuelas de todo tipo.
    -Manolo-

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    1. Hola Manolo. Tienes toda la razón, si comparamos al coronavirus con Lamia, ésta última incluso podría pasar por buena persona. Espero que no os afecte el virus a ti y a los tuyos y que el confinamiento no se haga demasiado pesado. Yo si puedo salir pero a trabajar, al principio íbamos con mucho miedo por el peligro de contagio pues se ha improvisado mucho.
      Post data: Si en la televisión ves a muchos sanitarios con mascarillas similares a las que se emplean para desbrozar, no es que sean parecidas, es que lo son y las han comprado ellos a título particular.

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    2. Lamentable. Sí se ha improvisado mucho, con el fatal resultado, como se ve.
      ¡¡¡Cuidate!!! Por aquí así lo hacemos, con muchos nervios y preocupación cada vez que salgo a comprar, cada semana o diez días, según>; y con el temor de traer ese mal bicho invisible para casa, que dada nuestras edades (yo 76) nos acecha y si lo pillamos, mejor dicho, si nos pilla, no lo contamos. Esperemos librar.
      La Lamia, una broma, comparado con esto.

      -Manolo-

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  2. Me tienes que llevar, a ver si hay suerte y conseguimos ver a la Lamía. Aunque si no está, imagino que hay lugares en el curso del río Huebra que se puedan visitar. Un abrazo.

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    1. Si quieres, claro que podemos ir un día al río aunque no veamos a la Lamia,
      El Huebra, aunque podríamos decir que es un hijo pequeño del Duero, también tiene unos paisajes espectaculares.

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