martes, 6 de agosto de 2019

La serpiente del verano (I)


                        

   Cuando hablamos de una “Serpiente de verano”, o un “Culebrón de verano”, no nos estamos refiriendo a un ofidio concreto que venga a hacernos compañía durante esta estación; ambas, son expresiones que se emplean para hacer referencia a noticias que son muy llamativas y, generalmente, de poca relevancia, que los periódicos publican, o las televisiones difunden, durante el periodo estival para rellenar sus páginas y espacios informativos, ante la falta de noticias importantes, ya que, en esta época del año, como los políticos están de vacaciones, los distintos gobiernos quedan en modo de espera -en stand by, como los aparatos eléctricos- hasta el otoño, que es cuando reinician sus actividades, lo que conlleva a que el número de noticias en verano, que pueden tener alguna trascendencia para la gente, disminuya considerablemente.
   Este tipo de noticias suelen ser muy llamativas y la pretensión de los dueños de los diarios que las publican, o de las cadenas de televisión que las emiten, no es otra que provocar la curiosidad de los lectores o espectadores, para que compren los periódicos o vean sus espacios televisivos.
   Su temática es muy variada y es condición inexcusable que sean raras y originales; eso sí, muchas veces son falsas. Por poner unos ejemplos, el famoso monstruo del lago Ness (Escocia), es un clásico que tenía la costumbre de hacer sus apariciones en verano. Otras noticias del mismo rango son los círculos en los cultivos de maíz que aparecieron a mediados de la década de 1970 al sur de Inglaterra, atribuidos a extraterrestres, o descubrimientos arqueológicos inverosímiles. También, en nuestro país, alcanzaron bastante eco, en esta época del año, noticias sobre hechos paranormales como las caras de Bélmez, o el fantasma de la Alhambra de Granada y de otros monumentos históricos.

    En el mismo sentido, recuerdo una noticia que también acabó siendo una “serpiente de verano”; ocurrió en Badajoz hace unos cuantos unos años, y se extendió como la pólvora por la ciudad.
   Una joven pareja de casados fue a pasar un fin se semana a la costa portuguesa, y tuvieron la ocurrencia de llevar con ellos a la madre de él -léase, la suegra de ella- ; el domingo por la tarde, cuando se disponían a regresar a España, a la suegra (de ella, claro), le dio un “arribucio” -la ciencia médica lo llama infarto de miocardio fulminante- y murió repentinamente.
   El hijo, muy afectado por la inesperada muerte de la madre, en los primeros momentos quedó en estado de shock, incapaz de reaccionar ante semejante trance;  como se encontraban en otro país, no sabía qué hacer ni qué pasos debían seguir; su mujer, en cambio, como “sólo” era la nuera y no estaba tan afectada, mantuvo la calma en todo momento y, tras pensarlo un poco, propuso al marido que, en vista de que la cosa ya no tenía remedio, para evitar los correspondientes líos legales: avisar a un médico, realización de una posible autopsia, la repatriar el cadáver a España, etc; con los cuantiosos costes económicos que conllevaría todo el proceso, podían envolver el cuerpo de la suegra entre las toallas de baño y, con el resto de equipaje playero: sillas, sombrilla y demás, lo colocarían todo, bien sujeto, en la baca del coche y, de este modo, volverían a Badajoz. Una vez allí, llevarían el cadáver de la suegra al domicilio de ésta; al poco rato, “irían a visitarla” y contarían al vecindario y resto de la familia que la habían encontrado muerta en su casa y que el deceso había sucedido durante el fin de semana, mientras ellos estaban en Portugal.
   Una vez superado el susto inicial, el hijo se calmó un poco, consideró la propuesta de la mujer y aceptó el plan; así que, tras colocar en el coche “el equipaje”, tal como ella había pensado, se dispusieron a realizar el trayecto desde la costa portuguesa hasta España
   -Entonces, España y Portugal aún no pertenecían a la unión europea, y los pasos fronterizos entre ambos países estaban muy vigilados, así que el principal obstáculo que iban a encontrar, en su camino, era pasar la aduana sin levantar sospechas por parte de los guardias de fronteras, tanto españoles como portugueses-.
   Cuando ya faltaban pocos kilómetros para llegar a España, ante la posibilidad de que todo el asunto fuera descubierto al pasar la aduana, se pusieron algo nerviosos y decidieron parar en un bar de carretera a descansar un poco, y supongo que para tomar una tila, antes de llegar a la frontera.
   Tras dar por concluida la parada, al salir del establecimiento para proseguir el viaje, se encontraron con la desagradable sorpresa de que les habían robado el coche con la carga incluida.
   Muy asustados, ambos cónyuges, no sabían cómo afrontar el lío que se les venía encima, ya que, además de denunciar el robo del coche, debían justificar la “extraña carga que llevaban”, pero el resultado final de todo este embrollo nunca llegó saberse.
   Esta noticia, estuvo circulando por la capital pacense durante varios días, e incluso hubo alguna persona que, para dar más credibilidad al asunto, afirmaba conocer a personas muy cercanas a los protagonistas de este extraño suceso; pero lo cierto es que el hecho nunca llegó a ocurrir…fue una “serpiente de verano” más.

   Los “culebrones, o serpientes, de verano”, se llaman así porque aparecen en esta estación, cuando más arrecia el calor, a semejanza de lo que sucede con las culebras, que aparecen ante nuestra vista en primavera y verano ; en cambio, cuando llega el frío, dejamos de verlas.
 
   Los reptiles, son animales ectotérmicos; esto es, como su cuerpo apenas genera calor para mantener una temperatura corporal adecuada, lo obtienen del ambiente, del medio externo. La ventaja que ello supone, para estos animales, es que apenas gastan energía alguna para mantener su temperatura corporal, lo que unido a unas bajas necesidades nutricionales hace que se puedan mantener sin tomar alimento durante mucho tiempo. La desventaja que esto conlleva es que, como todas sus actividades dependen de la temperatura ambiente, cuando llega el tiempo frío -generalmente de octubre a marzo- buscan un refugio, generalmente, un hueco o cavidad en el suelo, donde hibernan hasta la primavera siguiente, cuando aumenta la temperatura. Este el motivo de que, en otoño e invierno, cuando hace frío, sea prácticamente imposible toparnos con culebras, lagartos u otros animales de esta especie. 

   Los ofidios, son unos reptiles que causan en los humanos una mezcla de miedo, repulsión y curiosidad. Los que somos de pueblo, más de una vez, desde la orilla de una charca o regato, hemos podido asistir fascinados al espectáculo de una culebra viperina o de collar, atrapando a una pobre rana, que estaba tan tranquila en “su casa”, para comérsela entera -Esta voracidad de las culebras de agua, hacia a las ranas, es muy similar a la relación que mantiene Hacienda con los ciudadanos; en este caso, la voracidad es recaudatoria. En el asunto, nosotros ocupamos el lugar de las pobres ranas, mientras que el otro papel es desempeñado por la Agencia Tributaria, que no duda en “comernos” vivos- 

   En España hay, aproximadamente, una docena de especies de culebras, y, si exceptuamos a las víboras, que son las únicas que pueden suponer algún peligro para las personas, debido a su veneno; por suerte, casi todas ellas son inofensivas.
   De las distintas culebras peninsulares, la más conocida y “admirada”, y la que más leyendas ha originado en el imaginario popular es la Culebra Bastarda, conocida popularmente como Bastardo. Es éste, el mayor de los ofidios que conviven con nosotros, algunos ejemplares machos llegan a alcanzar los 2 metros de longitud y, aunque tienen algo de veneno, éste es poco tóxico y resulta inofensivo para las personas.
   Como el resto de las culebras, habitualmente, huye de los humanos; así que, si le dejamos en paz, no vamos a tener problema alguno con ellos; pero, si se siente acorralado, es impresionante ver cómo yergue la cabeza y la parte anterior del cuerpo, como las cobras, y sisea (algunos dicen que silba), en actitud amenazante. Si llegara mordernos -espero no tener nunca esa experiencia- no debemos preocuparnos en absoluto por su veneno pues es de muy baja toxicidad y no va a ocasionarnos problema alguno; así que, aparte del susto, nunca nos va a pasar nada; eso sí, creo que pega unos mordiscos de cuidado, que duelen lo suyo, como cualquier herida profunda que nos hagamos por cualquier otra circunstancia, que sólo requiere las curas propias de cualquier herida -Puestos a comparar, es más peligrosa la mordedura de un ser humano que la de un bastardo- 
   De hábitos diurnos, si un día nos encontramos ante una culebra muy larga y rápida, con una ceja supra ocular, que le da el aspecto de estar enfadada, o de tener cara“de mala leche”, podemos estar casi seguros de que se trata de un bastado, ya que son bastante comunes.
    Al “bichito”, podemos catalogarlo como el rey de los ofidios ibéricos -el Boss, como dicen los americanos- y come de todo: ratones, gazapos, pájaros, insectos; si se cruza con otra culebra, más vale que ésta se aleje porque si hace falta se la come también; y, si se le pone “a tiro” una víbora y tiene hambre atrasada, no tiene reparo alguno en comérsela, con su veneno y todo.

   Del mismo modo que sucede con el resto de las culebras, así como una gran cantidad de animales de todas las especies que pueblan nuestros campos, antes era mucho más abundante que ahora.
Actualmente, se ven pocos por los caminos
Recuerdo que, cuando era adolescente, en primavera o verano, raro era el día que salía al campo y no me encontraba con alguna culebra atravesando un camino, escondiéndose entre las piedras de alguna pared, o al acecho de alguna rana en cualquier charca.

   Entrando ya en el terreno de las leyendas, en lo referente a los bastardos, hay muchas. Una de ellas es la que dice que hay bastardos con pelo, algo que es totalmente imposible. Los reptiles tienen el cuerpo cubierto de escamas y nunca pueden tener pelo, éste es un patrimonio nuestro, de los mamíferos -algunos humanos, en la cabeza, ese patrimonio lo tenemos más bien escaso, todo sea dicho-.
    Este asunto, de los “bastardos peludos”, parece ser debido a que, en ocasiones, hay habido gente que ve a alguno de estos ejemplares renovando la piel, desprendiéndose de la camisa vieja, y quizá sea eso lo que puede haber causado la impresión de que tienen el cuerpo cubierto de pelo.

   Otra leyenda, es la que dice que, maman de las ubres de las vacas. Se dice que hay casos en que el dueño de alguna vaca que está criando un becerro, a pesar de que la madre tiene abundante leche en las ubres; éste, injustificadamente, está muy delgado y muerto de hambre porque la vaca lo rechaza debido a que algún bastardo espabilado, en vez de andar por ahí “deambulando” -es más correcto decir dicho, reptando- buscando cazar algo para su sustento, se enrosca en una de las patas traseras de la vaca, asciende hasta la altura de las ubres de esta y le mama toda la leche, dejando al becerro a “dos velas”.
   La vaca, por lo visto, prefiere que le mame este “hijo adoptivo” tan raro que le ha salido, a que lo haga su propio becerro -Posiblemente, la expresión de ser o tener un “hijo bastardo”, una actividad a la que eran muy aficionados los reyes, en épocas anteriores, pueda tener su origen en esta leyenda-
   Algún hombre, incluso me contó que la vaca, cuando tenía las ubres cargadas de leche, iba a escarbar en el suelo, al agujero donde vivía el bastardo catador y degustador de leche, llamándolo para que le mamara.
   Lo contaba con mucho detalle, afirmando que lo había visto con sus propios ojos, pero luego me contó también otros cuentos, más increíbles aún.
   Si tomamos en consideración que una vaca produce, por poner una cantidad, una media de 20 litros de leche al día, y el pobre bastardo tiene que tomársela toda, ya que si no se enfada la vaca con él; seguramente, tras darse esos atracones tan tremendos, no pueda volver a su escondrijo primitivo en una buena temporada, pues ya no cabe allí. 
   Además, otros cuentan que los bastardos son muy aficionados a entrar de noche en las casas donde hay alguna madre lactante, a robarle la leche materna a los bebes. Así, cuando las madres están dormidas, estos bichos, con nocturnidad y alevosía, les maman las tetas sin que éstas se enteren y, mientras tanto, los muy sibilinos, para evitar que los niños protesten y despierten a la madre, les meten la cola en la boca para que la chupen, entreteniéndoles de este modo, mientras que ellos se ponen tibios con la leche de la madre.
  - Si estos reptiles son diurnos, no entiendo qué extraño impulso les lleva a andar por las noches robándole la leche a los bebés; y menos mal que las mamás nunca se despiertan. Si esto llegara a ocurrir en alguna ocasión, los pobres niños se iban a quedar huérfanos del susto que ellas se llevarían - 
 
   Esto de que los bastardos anden mamando a las vacas y a las mujeres lactantes es algo muy serio, ya que contraviene alguno de los conceptos fundamentales de la Biología, concretamente de la Zoología, a la hora de clasificar las especies. Si una de las condiciones esenciales de los mamíferos es que mamamos en nuestra primera etapa de la vida, y resulta que los bastardos también lo hacen, ¡¡¿debemos considerarlos hermanos nuestros!!? ¡Menos mal que esto sólo pertenece al mundo de las leyendas!

   Otra leyenda dice que, cuando se sienten acorralados, además de erguirse y sisear fuertemente, a veces se defienden dando latigazos con la cola. -Realizar estos movimientos tan elaborados: elevar la parte posterior del cuerpo y moverla con tanta violencia, debiendo mantener, simultáneamente, apoyadas la parte anterior y media en la tierra, es una técnica de defensa muy sofisticada y supongo que requiere algún tipo da aprendizaje previo. Duda existencial: ¿lo aprenden instintivamente, o reciben clases de defensa personal por parte de algún maestro de “kárate bastardil”?-  Como estamos en el reino de las leyendas, tampoco es plan de andar perdiendo el tiempo investigando el hecho…prefiero quedarme con la duda.

   Siguiendo con las leyendas, otro día me contaron que, como los bastardos andan en todo tipo de terreno, cuando están en la parte alta de un monte, o en una zona con mucha pendiente, y quieren bajar sin cansarse, se muerden la cola, adoptan la forma de un aro y, después de tomar un poco de carrerilla, bajan rodando la cuesta abajo con suma facilidad. Así que, para el que no lo sepa, si un día en el campo veis un aro muy raro, rodando pendiente abajo, no lo dudéis; es un bastardo equilibrista que ha decidió adoptar esta forma y bajar así, en vez de hacerlo reptando, porque tiene prisa.

   Estas son las leyendas más conocidas sobre los bastardos, pero aún hay más. Tal abundancia, es una clara muestra de la gran curiosidad, mezclada con el pavor y, a la vez, la fascinación, que estos reptiles siempre han despertado entre nuestros antepasados; pero lo que sucedió aquel verano, a un paisano del pueblo, con uno de estos ofidios, fue un hecho terrorífico y muy real…aquello no fue ninguna leyenda.

2 comentarios:

  1. Pero ¿de dónde sacas, José, tantas historias, cuentos, cosas…?
    Hay que ver la cantidad de historias que llevas ya publicadas, la mayoría graciosísimas, quizá sea tu manera de contarlas, presentarlas. Algunas, a su vez, llevan otra historia dentro de sí.
    Esta Serpiente de verano” un auténtico “Culebrón”.
    Me ha hecho gracia ver, imaginar, un bastardo bajando una ladera haciéndose un aro, para bajar mejor y más rápido.
    También en esta ocasión los recuerdos afloran. Tendría 4 ó 5 años. Un día con mi madre, en el campo, me parece estar viendo ahora, un gran bastardo muerto, alguien lo había matado y lo había extendido a lo largo del camino, una cañada, no muy ancha, y era tan largo que iba de lado a lado de la cañada. Posiblemente mi imaginación infantil lo agrandara más de lo debido; pero a mí, aquella imagen se me quedó grabada. En los extremos, en cabeza y cola, dos piedras, ensangrentadas, tenía colocadas y el bicho estirado para que se vieran bien sus dimensiones. Me parece estarlo viendo.

    -Manolo-

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  2. Hola Manolo.
    Estas historias, cuentos, chascarrillos...los contaba la gente del pueblo y es parte de nuestra cultura tradicional. Yo reconozco que tuve unos informantes formidables en mi entorno familiar.
    Con las culebras, todos tenemos sustos y anécdotas que contar, como el que metió la mano en una fuente para cazar una rana y sacó una culebra; o el que un día, al anochecer, vio un palo en medio de un camino y, al ir a cogerlo, éste empezó a moverse -esto me pasó a mí- Son recuerdos que, efectivamente, desde la infancia, aparecen magnificados. Un saludo y buenas fiestas

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