jueves, 1 de marzo de 2018


La cuba de vino


      (La vida es una tragedia para los que sienten, y una comedia para los que piensan, De la Bruyere)

   Los humanos, como seres vivos que somos, tenemos un ciclo vital que comienza con el nacimiento de cada uno y finaliza con la muerte; el espacio de tiempo que transcurre entre esos dos momentos tan fundamentales de nuestra existencia, es la vida... nuestra vida.

   Las personas vivimos sin saber cual va a ser nuestro último día; esto es algo que escapa a nuestro conocimiento; aunque, bien mirado, esto no deja de ser una suerte ya que sería terrible vivir, sabiendo de antemano nuestra fecha de caducidad.
   La poesía, ese género literario que pretende expresar la belleza de las cosas, a través de las palabras, también tiene cabida aquí; alguien, inspirado por las musas, dijo en su día que “el destino de cada uno está escrito en las estrellas"     
  
   Otra de las cualidades que tenemos los seres vivos, es que cada especie animal está predestinada a vivir un tiempo determinado, y  nosotros, como animales que somos  -unos más que otros, eso sí-  no podemos hacer nada para alargar nuestra existencia; en cambio, lo que sí está en nuestras manos es la forma de vivir. 
   Los más sabios de los hombres, en esto todos se muestran  de acuerdo, piensan que, mientras "estemos por aquí" , hay que procurar vivir lo mejor posible. No debemos limitarnos a existir, hay que procurar vivir de forma activa, disfrutando de nuestra existencia, viviendo plenamente día a día...en pocas palabras, debemos intentar ser felices.

  La felicidad no es un artículo que puede adquirirse en las tiendas, al gusto del consumidor, algo visible y palpable que podemos llevárnoslo a  casa como si fuera una mercancía más; en realidad, es un concepto que tiene un significado diferente para cada persona; por lo tanto, cada cual la obtiene a su modo. 
   No existen unas directrices universales cuyo seguimiento permita que  todos alcancemos el mismo grado de felicidad; eso no es posible porque cada persona es un ser único y diferente a los demás, con sus propias aspiraciones o pretensiones, y con sus virtudes o rarezas; por ello, lo que es bueno para uno,  puede no serlo para los demás.
  Lo que está claro es que, para encontrar el camino de la felicidad, precisamos  tener cubiertas algunas necesidades básicas;  sobre este particular, Bertrand Russelll, un filósofo británico, afirmaba que la felicidad se basaba en cuatro pilares fundamentales: salud, medios suficientes para no sufrir privaciones -aquí se refería al dinero, que nadie piense en otros medios-, unas relaciones personales satisfactorias, y el desempeño de una actividad laboral con éxito.
   Además de estos condicionantes necesarios para poder ser feliz, cada cual  debe encontrar su felicidad personal desarrollando aquellas aficiones o actividades que le resulten placenteras, debiendo realizarlas, siempre, a su justo tiempo; no podemos vivir postponiendo excesivamente las cosas, dejándolo todo para un mañana que no estamos seguros que vaya a llegar.
   Actuando de este modo, conseguiremos que, cuando la Parca llame a nuestra puerta, no nos pille desprevenidos y tengamos que irnos con ella, dejando pendientes asuntos importantes, o que signifiquen  mucho para nosotros,

    Anisio, un hombre de nuestra comarca, en una ocasión se encontró ante un  dilema de este tipo.
 
    Aquella mañana, se encontraba el médico, en el consultorio local, acabando de ver a los pacientes, y, tras salir el último de ellos, alguien llamó a la puerta. Era un hombre del lugar y el galeno, que lo conocía sobradamente, le hizo pasar.
-  ¡Pase  Anisio!...Usted estuvo aquí ayer ¿no?
- ¡Si señor!, yo vine ayer a la consulta -respondió el paisano-  Perdone que venga sin cita, pero es que tengo un problema importante; más bien una duda,  y venía a ver si podía usted resolvermela. 
   No sé si recordará que me mandó ayer a Salamanca, para que me vea el especialista; pero es que no me dijo, exactamente, qué es lo que tengo, y como no sé si es grave, leve o regular, no estoy tranquilo. 
  Voy a serle muy sincero, entre otras cosas, porque con el médico siempre hay que serlo. Lo único que me interesa saber es si tengo algo malo... con eso es suficiente. Sé que no soy joven y, también, que aquí todos estamos  de paso; así que no voy a asustarme por lo que pueda decirme. Lo que ocurre es que, como ya le dije antes, tengo un problema bastante importante,  y no sé cómo resolverlo. Todo va a depender de lo que usted me diga.

   El médico escuchaba con atención al hombre que tenía delante, deseando que se dejara de tanto preámbulo y fuera directo al problema que tenía, cuya solución iba a depender de lo que él opinara, pero éste siguió con su retórica.

- ¡Verá!, tengo una viña y, del vino que hago, una parte la vendo y otra la dejo para mí, para el consumo de casa. El año pasado, la cosecha fue  buena y el vino salió excelente...fue tan bueno, que el que vendí se puede decir que me lo quitaron de las manos.
  De la parte que dejé para mí, tengo reservada  una cuba y pensaba abrirla en alguna ocasión especial. Ayer tarde, en casa, estuve cavilando sobre lo que me había dicho usted por la mañana... que creía necesario que me viera el especialista, y llegué a la conclusión de que, si voy a durar poco, quizá este era ya el momento para abrir la cuba. Esa es la razón por la que he venido; le pido que sea usted franco conmigo y que me diga si tengo algo malo; porque si es así, hoy mismo abro el tonel que tengo reservado y empiezo a beberme el vino.  

   El hombre, concluyó su disertación de este modo: 

- No quiero irme “al otro barrio” y dejar "en este" la cuba llena, para que encima se la beban otros. Mi abuelo, que sabía mucho mucho de las cosas de la vida, decía que “para allá sólo te has de  llevar, lo que te puedas tomar”.
 
  El médico, que había permanecido sumamente atento a las largas explicaciones de su paciente, esperando encontrarse ante algún asunto de salud, de difícil resolución, cuando oyó  la naturaleza del problema que éste le había planteado, no pudo contener la risa;  así que tuvo que taparse la boca con la mano para evitar que el dueño de la cuba se enfadara; al fin y al cabo, él lo consideraba una cuestión importante, su razonamiento era muy respetable y estaba pidiéndole ayuda para resolver el "problema"  que tenía con su cuba de vino.
  
- Mire, respondió el doctor, le he mandado al especialista porque ha estado malo bastante tiempo y, aunque ha mejorado mucho con el tratamiento que le puse, la tos no acaba de desaparecer; por  eso quiero que le vean bien...por si le ha quedado alguna secuela... o por si la tos es debida a otra causa. Yo no creo que sea nada importante, pero eso él se lo dirá. 
- ¿Entonces usted cree que puedo esperar para abrir la cuba?. Preguntó Anisio, que por lo visto mostraba más interés por el destino del vino, que por su tos.
- ¿Es muy grande?, respondió el médico
- No, es pequeña. Hace cuatro cántaras. Si una cántara tiene 16… debe contener unos 64-65 litros, respondió Anisio.
- ¿Eso cuanto le dura a usted?, preguntó el doctor.
- Depende de cómo esté el vino, contestó el dueño de la cuba. Si sale bueno... menos, y si no sale tan bueno... algo más. Un litro me viene durando dos días; si invito a alguien, algo menos, evidentemente.
- El médico hizo mentalmente sus cálculos: O sea, que una vez abierta la cuba, le duraría dos meses, aproximadamente. 
- Sí, por ahí -respondío Anisio-. Quizá algo menos, siempre regalo algo a los amigos.
- Entonces no la abra todavía - concluyó el médico, que en su vida profesional no recordaba haberse encontrado nunca calculando cuánto le podía durar una cuba de vino, de cuatro cántaras, a un paciente-
   Creo que puede esperar a que le vean y, una vez que ya sepa los resultados, actúe en consecuencia; pero repito que no creo que tenga nada malo... aunque hay que asegurarse de ello.
   En el peor de los casos, si hubiera algo importante, tampoco va a ser tan malo como para no darle tiempo a acabar la cuba. Sobre esta cuestión, creo que puede estar tranquilo.
- ¡Estupendo!, contestó muy satisfecho Anisio. No sabe lo que eso me tranquiliza. Gracias por la aclaración. Ahora sé que puedo esperar para abrirla. Cuando la empiece lo sabrá porque le traeré una botella; ya verá lo bueno que está el vino de este año. ¡Hasta otro día!.
El Duero desde El Castillo de Vilvestre.

(Esto "consulta medica" tuvo lugar en Vilvestre. En los pueblos de la Ribera, el microclima existente en las orillas del Duero  permite que en sus laderas haya cultivos propios de un clima mediterráneo como almendras, aceitunas, naranjas, granadas...También hay viñas con las que se elabora un vino muy agradable al paladar, como el del dueño de la cuba, que, por cierto, no se llamaba Anisio)

4 comentarios:

  1. Muy ameno. Me gusta mucho la introducción. Aquello de posponer ciertos asuntos para otro dia o año,es cierto que muchas veces nos quedamos sin cumplirlo porque el tiempo pasó y nos hicimos viejos en el mejor de los casos y el cuerpo ya no responde como quisiéramos. Esto me prometí realizar el verano pasado,pues no queria morirme ,como se suele decir, sin volver a ver unos amigos portugueses compañeros de emigración en Paris en 1967. Y salí en su busca a Portugal,donde solo tenía como referencia el nombre de pila de tres hermanos. Sabia que vivian en una zona de cinco o seis pueblos ,unos pequeños y otros muy grandes,pero no sabia en concreto en cual,no lo recordaba. Y la fortuna quiso que diera con ellos,casi cincuenta años después, uno ya habia muerto. Misión cumplida. En cuanto al vino de Vilvestre es el mejor vino que yo he bebido. Compré un cántaro y lo embotellé y de alli salió de todo,achampañado,rosado, etc, una delicia. También pasé un verano alli como enfermero y también recibí una botellita. Buena gente que comparte lo bueno suyo. En cuanto a protagonista, muy acertado con empeñarse en
    organizar el devenir de sus días,porque es un sacrilegio no poder deleitarse con ese caldo tan mimado porque el estado de la salud lo impide.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo de reencontrarte con los viejos amigos lusos fue un acierto, y supongo que sería una experiencia magnífica. Casi todos algún asunto pendiente, que por pereza vamos aplazando a veces desde hace años.
      Dicen que es bueno coger un papel e ir apuntando estos asuntos y poner un plazo para su realización.
      En cuanto al vino de Vilvestre, totalmente de acuerdo contigo. Yo también lo he probado y está buenísimo.

      Eliminar
  2. ¡JA, JA JA, JA! Cómo nos alegras y nos haces reir con tus Cuentos e Historias que te contaron y que tú nos las cuentas y relatas la mar de bien. Me da a mi que tú las recibiste de una manera y al contarlas, las mejoras, amplias y complementas magníficamente. Estoy seguro.
    Muy buena filosofía de vida; no dejar para mañana lo que puedas hacer hoy, que pocos cumplen al pie de la letra. Bueno, Félix sí cumplió visitando y encontrando a sus compañeros portugueses, con la alegría que eso supondría para las dos partes.
    Qué imaginación para inventar nombres: ANISIO, ... ¿Es que el tío, además de darle al buen vino, le daba al anís?

    ResponderEliminar
  3. Esta anécdota ocurrió realmente, y así me la contaron, lo que ocurre es que yo, además de narrarla, le añado algunas conclusiones.
    Respecto al protagonista, no se llamaba Anisio, tenía otro nombre.
    Cuando son historias reales, no quiero poner el nombre del protagonista haciendo caso del dicho de que "se dice el pecado, pero no el pecador".
    Yo conocí a un hombre que afirmaba llamarse Anesio, el nombre me pareció tan extraño que tuve dudas de que existiera en el santoral, lo consulté y la verdad es que no hay ningún Anesio; en cambio, sí hay un San Anisio -el del anís, que dices- , pero él decía llamarse Anesio y así lo nombraban todos.

    ResponderEliminar