jueves, 19 de octubre de 2023

El misterio de la Peña del Tanque



   El senderismo, es una actividad deportiva no competitiva que está muy en boga actualmente que consiste en realizar caminatas a través de la naturaleza; no requiere material específico alguno para practicarlo, está al alcance de todos y puede una hacerse en solitario o en grupos que pueden ser reducidos...con los amigos, o multitudinarios, como sucede cuando se participa en marchas senderistas organizadas por los ayuntamientos y otras entidades. 

   A mí, desde que era pequeño, siempre me ha gustado efectuar recorridos por nuestros campos y estaba convencido de que lo que hacía era dar, simplemente, paseos, hasta que en una ocasión me crucé con un paisano, en uno de ellos trayectos y me dijo: - ¡Que...!¡Estás haciendo senderismo como yo! 

   Fue ese día, cuando me enteré que los paseos campestres, que había dado hasta entonces, ahora se llamaban así; sin embargo, independientemente del nombre que se le dé, yo sigo cansándome igual que antes, así que el cambio de nombre de esta actividad, me trae al fresco -sobre todo si es invierno- 

   En nuestro pueblo, cuando alguien pretende realizar un paseo campestre -o hacer senderismo- tiene muchas alternativas ya que todo es campo; si su itinerario pasa por el valle de “La Rodilla”, allí puede ver, al lado del camino, una de las muchas peñas graníticas que encontramos en nuestro pueblo - en el término municipal- , de la cual podríamos decir que tiene "peñalidad propia", ya que tiene un nombre: Peña del Tanque (si fuese una persona, lo que tendría sería personalidad).

   Recuerdo que, cuando era niño, a veces pasaba por allí con los amigos; entonces, uno de nuestros juegos preferidos era jugar a la guerra y siempre había alguno que, con la agilidad propia de la infancia, subía a la peña y desde allí disparaba a un enemigo imaginario, ya que estaba subido en lo que para nosotros era un tanque...esto es, un carro de combate blindado y autopropulsado con tracción de orugas o ruedas con cadenas, aunque el suyo era de piedra y permanecía allí, inmóvil, desde el principio de los tiempos. 

   Desde entonces, he vuelto a pasar por allí con cierta frecuencia  y como la peña está al mismo lado del camino, aún sin pretenderlo, he seguido viéndola un montón de veces. 
  Siendo ya de adulto, un día me llamó poderosamente la atención un detalle: el nombre de la peña. Me parecía sumamente extraño que nuestros antepasados, siempre tan acertados poniendo nombres a los distintos parajes del pueblo, así como a las fuentes, arroyos, peñas... hubiesen visto parecido alguno entre aquella peña y un carro de combate, ya que yo no le veía la similitud por ningún lado. 

   Si eso, ya de por sí, representaba un enigma para mí, lo más extraño de todo era que los carros de combate (los tanques), fueron inventados por los ingleses a comienzos del siglo XX, durante la Primera Guerra mundial, concretamente en 1914; en cambio, nuestra Peña del Tanque recibe ese nombre desde varios siglos antes; con lo cual, quien se lo puso era totalmente imposible que lo hubiese hecho buscando su similitud con un carro de combate, ya fuera inglés, americano o alemán. 

   El diccionario, tampoco ayudaba gran cosa para resolver ese “misterio” pues dentro de los significados que tiene la palabra tanque, además del antedicho carro de combate, la identifica con un depósito de gran tamaño, montado sobre un camión o un remolque para transportar líquidos - los ganaderos conocen muy bien estos tanques ya que, durante los veranos, uno de sus oficios es llevar agua al ganado en estos recipientes -; también puede ser un recipiente o depósito destinado a contener líquidos o gases -en algunas huertas, podemos ver tanques de agua para riego-; una persona gruesa y voluminosa también puede ser catalogada, metafóricamente, como un tanque (o un armario). 

   Como ninguna de las acepciones anteriores guardaba similitud alguna con la susodicha peña, el nombre que le dio origen a la misma seguía siendo un enigma para mí, hasta que la casualidad quiso que, por fin, un día pudiera resolverse el misterio. 

    Hablaban en la calle Casiano y Celso (no son sus nombres reales) , el primero de ellos era un amigo de la familia y, como llevaba un tiempo sin verle, al verle hablando con el otro me detuve a saludarle. En ese momento, oí que decía Celso: 

 - Esta mañana, estaba en “La Palombera” –otro de los parajes del pueblo- , había una piedra bastante grande en el suelo, caída de una pared desde “sabe Dios cuándo”, fui a levantarla para volver a colocarla en su sitio, y me llevé un susto ya que, debajo de ella, había un tanque enorme.

 - Supongo que no lo matarías -dijo Casiano. 

 - ¡No...de ningún modo! Mi padre ya desde niño me enseñó que, cuando viese un tanque, debía respetarlo porque puede ser el alma de alguien. 

 - Yo me resisto a creer que eso sea cierto –aseveró Casiano- no quiero ni imaginar que el alma de mi padre, que en “gloria esté”, sea precisamente un tanque y que ande pululando por ahí, o viviendo debajo de la tierra o de una piedra; además, con lo feos que son, yo que ellos, me reencarnaba en otro animal más bonito. 
  De todos modos, hiciste muy bien en dejarle tranquilo, esos bichos son muy beneficiosos. Sabrás que dan suerte, atraen la lluvia y son muy buenos para las huertas; por eso, nunca debemos matarlos. 

   Yo, al oírles, quedé muy sorprendido. Estaban hablando de ”los tanques” y de algunas de sus cualidades. Gracias a sus palabras, acababa de enterarme que un tanque era un animal, pero aún no sabía exactamente de qué bicho se trataba y mi imaginación echó a volar jugándome una mala pasada. 

   Si el animal vivía habitualmente debajo de la tierra y de las piedras, al abrigo de la mirada de los humanos, y, además, incluso podía albergar el alma de una persona fallecida, no podía ser un animal cualquiera, y hasta barajé la posibilidad de que pudiera tratarse de un animal fabuloso...como los dragones, con la diferencia de que estos últimos no existían y los tanques sí; estaba hasta hasta emocionado ante tal descubrimiento. 

   Obviamente, quería saber cómo eran esos animales, así que pregunté a los dos hombres qué era un tanque y los me miraron muy sorprendidos al comprobar mi ignorancia sobre el asunto, diciendo Celso: 

 - ¿Pero no sabes lo que es un tanque? 

 - Hasta ahora mismo, pensaba que es un carro de combate, pero ya veo que no es así. Explicarme lo 
    que es.

  Al oír mi pregunta, ambos me miraron casi con pena, al comprobar mi ignorancia sobre los tanques, y Casiano, el amigo de la familia, fue quien me dio la información. 

 - Es un sapo...hombre ¡cómo va a haber un carro de combate debajo de una piedra! y encima en “La 
   Palombera”. Aquí, a los sapos, sobre todo a los más grandes, siempre se les ha llamado tanques. 

 - ¿Un sapo...? -respondí, sin poder disimular mi desilusión al oír la respuesta- 

   El chasco se debió a la gran decepción que acababa de llevarme. Minutos antes había llegado a pensar que se trataba de un animal desconocido, poco menos que “mitológico” y ahora resultaba que se trataba de un simple sapo. 

   Se dice que no debemos acostarnos cada día, sin haber aprendido algo nuevo y aquel día, a pesar de ser solo las doce del mediodía, si por ello fuera, yo ya podía hacerlo...había aprendido algo que desconocía hasta entonces. 

   De todos modos, a pesar del desengaño que me había llevado, al saber que un tanque era un sapo, la aclaración acabó siendo útil; me sirvió para averiguar porqué la Peña del Tanque tenía ese nombre; ahora sí que le veía un parecido razonable con un tanque (sapo)
Peña del Tanque

   Además, eso explicaba, perfectamente, que tuviera tal nombre desde siglos antes a que existieran los carros de combate. Nuestros antepasados, también en esta ocasión, habían estado acertados al llamar a aquella peña de ese modo. 

   Una vez enterado de que en Salamanca a los sapos se les llamaba tanques, aún quedaban algunos detalles por aclarar, aunque ya no tenían relación alguna con la antedicha peña, sino con las supersticiones. 
   Los dos hombres, cuando hablaban del tanque, habían comentado algunas de sus peculiaridades: cada sapo era el alma de un difunto, tener un sapo en el huerto daba buena suerte; atraían la lluvia... y además, estaban plenamente convencidos de la verisimilitud de sus afirmaciones. 

   Aquello era un claro ejemplo de tradición oral; conocemos por este nombre, el conjunto de  conocimientos de todo tipo que son transmitidos de generación en generación y que ellos los habían adquirido, sin duda alguna, de sus padres y abuelo, y si eran conocedores de la “vida y milagros” de los sapos, yo también quería embeberme de esos saberes. 

   Por suerte, Casiano, el amigo de la familia, era un “libro abierto” para estas cosas; pero como aquel no era el mejor lugar, ni el mejor momento para hablar, largo y tendido del tema, quedamos que otro día, ante un buen vaso de vino -él acabó tomando varios-, iba a darme una lección de su sapiencia sobre los tanques. 

   Lo de acompañar la conversación con el vino estaba muy justificado, hay un dicho que dice: Después de la lluvia nace la hierba, después del vino nacen las palabras” y de eso, precisamente, se trataba. Mi objetivo era que Casiano estuviera muy inspirado para informarme de todo, y como el vino siempre ayuda... 

   A pesar de que mi interés iba encaminado fundamentalmente a conocer los aspectos esotéricos que rodeaban a estos animales, antes de mantener nuestra conversación ojeé un libro de zoología para saber algunas cosas sobre la biología de los sapos y aprendí muchas cosas. 

 Existen muchas variedades, pero, “el nuestro”, el que vemos habitualmente –cada vez menos, eso sí-, es el sapo común europeo (Bufo bufo). 

  Son animales anfibios, como las ranas;  pero mientras que éstas son fácilmente visibles en primavera y verano, ya que si nos acercamos a una charca o regato, a cualquier hora del día, podemos verlas saltar desde la orilla hasta el agua; y también podemos oír los magníficos conciertos que nos ofrecen en las charcas, con sus característicos croares; los sapos son mucho más discretos, ya que son de hábitos nocturnos y, además, no cantan como como ellas.  

   Si nos fijamos en su aspecto, hay que reconocer que no son precisamente guapos; en los cuentos infantiles aparecen, frecuentemente, como paradigmas de la fealdad –casi todos los príncipes  encantados son sapos y por algo será-; además, por si lo anterior no bastara para ser impopulares, son los animales de compañía de las brujas, junto con los cuervos. 

   Hablando de feos y de la noche, me viene a la mente un dicho que era muy conocido en nuestro pueblo: : "El que sea feo, que haga los recados de noche"... pero volvamos a los sapos

   La cabeza se une al cuerpo directamente, sin un cuello visible y detrás de los ojos tienen dos glándulas salivales prominentes, que contienen un veneno que le es útil para disuadir a los posibles depredadores. 
   El cuerpo es achaparrado -ni son guapos ni estilizados, como podemos ver-; las patas anteriores son cortas, mientras que las traseras son más largas y fuertes; ellos, al contrario que las ranas que se desplazan mediante saltos, lo hacen caminando, aunque pueden dar saltos cortos si se ven amenazados. 
   La piel es seca y cubierta de pequeñas protuberancias y su color es de un tono bastante uniforme variando entre marrón o grisáceo. 

   En cuanto al tamaño, los machos miden unos 10 cm de longitud; en cambio, las hembras son notablemente mayores tanto en tamaño como en volumen, alcanzando entre 15 -20 cm. 

   Pueden vivir bastante años;  mientras que en la naturaleza tienen una supervivencia de diez a doce años, en cautividad ésta mucho más prolongada (el doble e incluso el triple). 

   Son animales solitarios, podríamos catalogarlos como unos solteros empedernidos, y viven bajo tierra, en galerías que excavan ellos mismos, o debajo de alguna piedra. 
  
   El sapo común hiberna, como todos los anfibios y reptiles, de ahí que en otoño e invierno sea prácticamente imposible que nos crucemos con alguno de estos animales; aunque en primavera y verano, cuando están activos, tampoco es fácil verlos porque se pasan el día escondidos en su escondrijo al ser de hábitos nocturnos; aunque los días lluviosos también les gusta salir al exterior, aunque sea de día.  

   Cuando llega el atardecer, el sapo sale de su guarida y puede desplazarse en la oscuridad a bastante distancia; el objetivo de estos paseos, no es por prescripción médica para guardar la línea, sino para cazar durante la noche los invertebrados con los se alimenta: larvas de todo tipo, babosas, escarabajos, grillos, orugas, moscas, gusanos, etc. 
  Al amanecer, con la satisfacción del deber cumplido -y con la barriga llena- ya está de vuelta en su morada, ya que se orienta perfectamente; llegando a ocupar el mismo escondrijo durante varios meses. 

   Son animales solitarios pasándose la vida  solos en su agujero; pero todos los años, cuando llega la primavera y despiertan de su letargo,  hacen una excepción de su misantropía y tienen un periodo de socialización ya que, durante unas semanas, se dedican a hacer "turismo sexual".
 
   Esto sucede al poco tiempo de despertar de su letargo invernal; ocurre, entonces, una migración masiva de los sapos hacia algunas charcas o cursos de agua determinados, que son sus puntos de encuentro, donde coinciden gran número de sapos y sapas - supongo que ahora hay que decirlo así ¡qué tiempos los actuales! ¿verdad?, en los que algunos/as políticos/as están empeñados/as en indicarnos incluso cómo  tenemos que hablar , politizando hasta el lenguaje- siendo el objetivo de estas reuniones la reproducción. 

  Estas charcas suelen ser aquellas donde nacieron  volviendo a ellas, año tras año, cuando son adultos, para reproducirse. Allí permanecen unas semanas “de jolgorio”, empleando su tiempo en esos menesteres, y una vez finalizada la tarea y  las hembras han dejado sus huevos fecundados, abandonan las charcas volviendo a sus "domicilios", aunque si no están motivados a regresar hasta allí, no tiene inconveniente en fabricarse otro u ocupar alguno vacío -ni los sapos se libran del fenómeno okupa-

  Es bastante común verlos en aguas estancadas como charcas y cauces de regatos con poco caudal, y también podemos encontrarlos en zonas secas bastante alejadas del agua, incluso a varios kilómetros de su lugar de nacimiento; pero el sitio donde es más habitual verlos, es desde el coche cruzando las carreteras, en sus desplazamientos. 

  Como todos los anfibios, se trata de una especie animal protegida pero, del mismo modo que sucede con el resto de anfibios y reptiles, lamentablemente, desde hace unos años, sufren un importante declive en casi todas las regiones españolas que está motivado por diversas causas, entre las que encontramos los atropellos en las carreteras, el uso de herbicidas y otros productos fitosanitarios en al agricultura, y la desecación y drenaje de estanques y charcas...sus lugares de reproducción. 

 

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Hola Manolo. El calendario sigue su ciclo ya estamos en otoño que, por cierto, está siendo abundante en lluvia hasta ahora lo cual es estupendo. Entro en tu página de vez en cuando y aprecio el enorme trabajo que desarrollas con la misma.
      Un saludo.

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