llueve, graniza, hay nevada;
o se queda el tiempo como estaba
Dentro del ciclo festivo de invierno, durante los primeros días de febrero, tenemos varias fiestas muy nombradas; la más
temprana de ellas, el día 2, es La Candelaria; a continuación viene San Blas, el patrón
de los males de la garganta, y de los otorrinos, que aparece en el santoral el día 3, siguiéndole, dos días más tarde, el día 5, Santa
Águeda, que es una fiesta muy celebrada en algunos lugares, donde las mujeres, ese día, mandan
un poco más de lo habitual.
La fiesta de las Candelas, también es
conocida por otros nombres como fiesta de la Candelaria, Purificación de la
Virgen, Presentación de Jesús en el Templo o Fiesta de la Luz, y es una advocación
mariana que conmemora la Purificación de la Virgen.
Cuando nació el niño Jesús, en aquellos
tiempos, las mujeres judías, tras el parto, debían estar cuarenta días sin
acudir al templo porque “estaban impuras” "-eso ocurría hace 2000 años-, una vez pasado ese plazo, siguiendo la Ley de Moisés, debían acudir hasta él para
purificarse llevando como ofrenda un cordero; aunque si la familia era poco pudiente, bastaba con ofrecer dos palomas o tórtolas.
El día 2 de febrero se cumplen 40 días desde el día de Navidad, por ello, éste fue el día elegido por la Virgen para acudir al templo, tal como contemplaba la ley judía.
Si alguien siente especial curiosidad respecto a los pormenores de tal ley, puede
consultarlo en el Antiguo Testamento (Levítico 12; 1-8). Yo, confieso que no lo he
hecho, pero ahí queda la referencia para los aficionados a estos asuntos.
La fiesta de la Candelaria conmemora este hecho y, aunque en muchos sitios ha dejado de celebrarse, en aquellos lugares donde siguen haciéndolo, el festejo casi siempre se circunscribe a una sencilla ceremonia religiosa.
En nuestra comarca, siendo niño, recuerdo haber asistido una vez a tal celebración en Villasbuenas,
y, aunque el desarrollo de la fiesta puede variar en cada pueblo, dependiendo de las
costumbres locales, la esencia de la misma es común a todos los lugares.
La mañana de ese mismo día, o bien el día anterior, la imagen de la Virgen, que cada
parroquia reserva para esta celebración, es bajada de su altar y colocada en
unas andas lista para salir en procesión, algo que sucede, generalmente, durante la tarde del 2 de febrero tras la celebración de un oficio religioso, habitualmente una misa. La procesión es de corto recorrido, habitualmente transcurre alrededor del templo, aunque en algunos sitios ni
siquiera sacan la imagen a la calle, discurriendo la misma en el interior de la iglesia, desde el fondo hasta el altar.
En aquellos casos donde la comitiva sale a
la calle, una vez que está de regreso, ante las puertas de la iglesia, los
parroquianos entran al interior quedando en exterior, únicamente, los
porteadores/as de la Virgen, el sacerdote con los monaguillos, y uno de los asistentes que ha acudido a la ceremonia
llevando dos palomas,
Una vez acomodados
los asistentes, es entonces cuando hace su entrada la imagen a la par que el encargado de custodiar las palomas, abre la jaula y les da la libertad, simbolizando
de este modo la ofrenda que la Madre de Jesús, hiciera en su día.
Uno de los aspectos más destacables que
tiene la celebración de la Candelaria, es que los fieles ese día acuden a la
iglesia con velas. Éstas, que son bendecidas por el sacerdote, son encendidas por los parroquianos durante la procesión y, cuando acaba la
ceremonia, no las dejan en la iglesia para el culto sino que, como están bendecidas, se las llevan a casa, donde son celosamente guardadas, para volver a encenderlas cuando la
ocasión lo requiera: cuando hay tormenta, para que proteja a la casa y a las
personas de los rayos; si algún familiar o amigo se pone enfermo, para pedirle al cielo que se recupere; en caso de pérdida de alguna cabeza de ganado, para que aparezca…en esencia, cuando alguna calamidad ronda a
la familia ( esto apenas se hace ya en el presente, pero era una constante en el pasado ya que buscar
el apoyo de la divinidad daba mucha confianza a nuestros abuelos y abuelas)
A modo de curiosidad, destacar que, durante
la procesión, los parroquianos siempre observaban con atención la llama de las velas que
acompañaban a la Virgen en las andas; que solían ir colocadas en unos pequeños
faroles; cuando aguantaban la totalidad del recorrido sin apagarse, esto era considerado por la gente un signo
de buen augurio para todo: las cosechas, la salud... Al ser cuatro los farolillos, si se
apagaba solo uno, la cosa era pasable y apenas causaba preocupación alguna en la grey; si
lo hacían dos, el asunto aunque empezaba a complicarse un poco, como aún quedan los otros dos encendidos, los asistentes entendían que aún podían seguir razonablemente tranquilos; en cambio, si se apagaban tres, eso ya no
auguraba nada bueno y era motivo de gran recelo, pensando que alguna desgracia estaba al caer. Lo peor de lo peor, era cuando se apagaban los cuatro; entonces, había que echarse a temblar ya
que era signo de que las desgracias, irremediablemente, iban a venir en cadena: habría malas cosechas, la suegra de alguno estaba pensando ir a vivir a su casa, alguna epidemia estaba a punto de llegar...- en el
2020, cuando llegó el coronavirus a España, estoy seguro que ese año debieron
apagarse todas las velas-.
El caso es que, con más o menos farolillos
encendidos o apagados, mientras los cargadores de la imagen avanzaban por el
interior del templo, los asistentes, aún con sus velas encendidas, cantaban una
canción específica para el evento que comienza así:
Hoy día de las Candelas,
el segundo de febrero,
salió a misa de parida,
María madre del Verbo
A esta primera estrofa le seguían muchas más; de modo que, cuando las personas que cargaban la imagen, aunque realizaban el recorrido por el
templo muy despacio...con solemnidad, una vez que llegaban junto al altar, depositaban
la imagen en el sitio reservado para ello, los feligreses aún seguían cantando un
buen rato, pues la canción es bastante larga.
Otra de las características que reúne esta
fiesta es que, en muchos pueblos, durante la tarde-noche se hacen hogueras en
la calle; como las hogueras también son conocidas, popularmente, como candelas, es ahí donde algunos quieren encontrar el origen del nombre de la fiesta: Día de las Candelas;
otros, en
cambio, recurren a argumentos de corte teológico y lo explican de una forma muy bonita afirmando que Jesús vino al mundo a darnos luz, a iluminarlos para ofrecernos un nuevo amanecer; siendo éste el motivo de que este día también sea conocido como la Fiesta de la Luz.
cambio, recurren a argumentos de corte teológico y lo explican de una forma muy bonita afirmando que Jesús vino al mundo a darnos luz, a iluminarlos para ofrecernos un nuevo amanecer; siendo éste el motivo de que este día también sea conocido como la Fiesta de la Luz.
Por último, están los antropólogos, unos señores/as que estudian al ser humano, con
sus rarezas incluidas, basando sus estudios en la ciencia (textos,
hallazgos arqueológicos, estudio de comportamientos sociales de los pueblos
y culturas...), y la conclusión a la que han llegado, buscando el origen de la Fiesta de
las Candelas, es que, como siempre suele suceder en las celebraciones, tanto de carácter
religioso como profano, casi nunca asistimos a un hecho original; todo está basado en acontecimientos anteriores.
En el caso de esta celebración, debió resultarles bastante fácil indagar
en sus orígenes ya que no hay que remontarse a muchos milenios atrás para encontrarlos, sino a la antigua
Roma, en los primeros siglos de nuestra era, donde hallaron similitudes muy
sospechosas entre nuestra fiesta de las Candelas y otra fiesta que celebraban los antiguos romanos, a mediados de febrero, conocida como fiesta de “Las Lupercales” o Lupercalia.
Las Lupercales, era una celebración que se realizaba en honor a la fecundidad, tanto de las
personas como de la Naturaleza, siendo una festividad de todo
incluido, algo así como alcohol, sexo y rock and roll,
pero acorde a la época. Las fiestas romanas, todo hay que decirlo, no se quedaban atrás si las comparamos con muchas fiestas actuales, ya que, durante las Lupercales, había comida, vino, música y “lo otro”, (cuando hablo de “lo
otro”, no me refiero que se juntaran para rezar, pues, entre otras cosas, aún no se
había inventado el rosario).
Uno de los actos que tenía lugar durante la Lupercalia
era una procesión con antorchas, de ahí la similitud que encuentran los
estudiosos del tema con nuestra procesión de las Candelas, aunque el parecido sólo queda en eso, ya que la procesión romana, más que religiosa, parecía un
desfile de carnaval.
Resulta que en esa época, las etapas finales
del imperio romano, convivían en Roma cristianos, no cristianos y gente que estaba a medio camino entre ambos credos, y todos, sin distinción, acudían a la fiesta de las Lupercales y se lo pasaban muy bien ante el enojo de los primeros patriarcas cristianos que no veían con
buenos ojos este tipo de fiestas, y menos aún que los cristianos participaran en ellas.
Entonces, ya existía la figura papal, con sede en Roma, y los papas de entonces, que eran contrarios a estas bacanales, intentaron acabar con el jolgorio, siendo el papa
Gelasio -no confundir con Gervasio- el que decidió abolir la fiesta de
las Lupercales; pero el senado romano, que era la autoridad civil del momento,
no le hizo caso alguno aduciendo que la fiesta era buena para los ciudadanos ya que “las fiestas eran fundamentales para la seguridad y el bienestar de Roma. Vamos, que no querían líos con el pueblo (una actitud muy similar a lo que sucede con las autoridades actuales, viendo la pasividad que muestran para controlar los botellones en la calle).
En vista de que el poder civil se resistía a aguarles
la fiesta a los ciudadanos, Gelasio determinó que los cristianos harían su
fiesta aparte, en este caso mucho más comedida, acorde a los principios cristianos, tomando un cariz exclusivamente religioso y espiritual -vamos, que a los
cristianos se les acabó lo bueno-, y aprovechando que la purificación de la Virgen había tenido lugar en febrero, y que Lupercalia se celebraba también ese mismo mes, fundó nuestra fiesta eligiendo como protagonista, obviamente, a la Virgen María.
Evidentemente, no estamos hablando de sucesos prehistóricos, carentes de pruebas
documentales que avalen estos hechos, sino de una época civilizada donde sí hay
constancia escrita de lo sucedido; sin embargo, mientras que algunos historiadores
afirman que Gelasio fue quien finalmente abolió las Lupercales, después de una larga
disputa con el senado romano, reemplazándola por la Purificación de la
Virgen y así evitar que los cristianos romanos se condenaran y fueran derechitos
al infierno, otros investigadores afirman que no hay ningún registro escrito donde
conste que el papa Gelasio hubiese querido abolir ni reemplazar la fiesta de las
Lupercales, y menos aún que fuese el artífice de la fiesta de la Purificación de
la Virgen.
En cuanto al destino de las palomas que recuperaban ese día la libertad, con motivo de
la ofrenda, hay que aclarar que eran palomas domésticas; de modo que, una vez se
veían fuera de la jaula, "no es que recuperaran la libertad perdida y se dedicaran, desde ese día, a surcar con su rápido vuelo los azules cielos del lugar", sino que regresaban al palomar de su dueño.
Saludos,
ResponderEliminar-Manolo-
Saludos Manolo. Hoy es San Blas, espero que te proteja de los males de la garganta; en cuanto al resto, aunque no hay que menospreciar la ayuda del santo que correspondiente, habrá que confiar en la medicina
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