domingo, 3 de junio de 2018


El patrón de los novios


   
   Dentro del santoral, podemos encontrar más de una docena de Antonios; de ellos, si preguntamos a varias personas que nos indiquen cuáles son los más conocidos, casi todas ellas nombran a San Antonio Abad,  San Antonio de Padua, San Antón y San Antonio de Lisboa; serían algo así como los más famosos -los más VIP - de "Los Toños".
  
   Existe cierta confusión, en este selecto grupo de Antonios, a la hora de ubicarlos y distinguirlos entre sí; especialmente, entre la gente poco experta en santificaciones y beatificaciones, como es mi caso; una confusión que viene determinada, en primer lugar, por su número, ya que, aunque tenemos  cuatro nombres distintos, estos no corresponden, exactamente, a cuatro santos distintos, sino a dos; en segundo lugar, también hay bastante desconocimiento respecto a sus cualidades: uno es el patrón de los animales, otro el de los novios; uno es el antecesor de los  anacoretas, otro es el protagonista de El Milagro de los Pajaritos... pero ¿quién es quién, y cuáles son sus virtudes ?.
  
   Con el fin de aclarar algunos aspectos, sobre la vida y milagro de estos Antonios, decidí investigar un poco el asunto y pude enterarme de lo siguiente:

  Respecto a  San Antonio Abad y San Antón; ambos nombres corresponden al mismo personaje,  siendo San Antón, simplemente, un diminutivo del primero.
  Este santo nació y vivió en Egipto entre los siglos III y IV,  pasó la mayor parte de su vida, como eremita, en la soledad en el desierto, y es el precursor de los anacoretas .
   Su fiesta se celebra el 17 de enero, y es el patrón de los animales (a veces, viendo algunos comportamiento humanos, no me cabe duda alguna que también podría serlo, perfectamente, de muchas personas, aunque tengo serias dudas de que el santo quisiera aceptarlas bajo su tutela).

    En cuanto a San Antonio de Padua y San Antonio de Lisboa, también los dos nombres corresponden a un único santo. 
   Éste fraile franciscano era portugués, ya que nació en Lisboa en 1191, murió en Padua (Italia) el año 1231 y, aunque, generalmente, es conocido como San Antonio de Padua, en algunos lugares también recibe el nombre de San Antonio de Lisboa, siendo éste el motivo de que  algunos piensen que estamos ante dos personajes diferentes.
  Es a él a quien se le atribuye "El Milagro de los Pajaritos", origen de la conocida canción tradicional, que lleva el mismo nombre.
   Su fiesta se celebra el 13 de junio, y  tiene la particularidad de ser el patrón de los novios; por ello, antes, las muchachas solteras, cuando la cosa no iba bien en el plano amoroso, a menudo recurrían a él para pedirle un novio.
  
   En nuestra comarca, si alguien quiere celebrar la fiesta de San Antonio, el de los novios; puede hacerlo en el pueblo de El Milano, ya que es su patrón.
   Una vez allí, si está soltero/a, puede aprovechar el viaje para pedirle un novio/a, al santo (si está divorciado/a, más vale que no pierda el tiempo haciéndole peticiones de este tipo, pues, quien se casa por la iglesia, como lo hace "para siempre", San Antonio no tiene previstas las segundas oportunidades) 


   Esto sucedió una vez en un pueblo -aunque los de El Milano afirman que este hecho no sucedió  allí,  yo no me atrevo a descartarlo- , donde tenían a San Antonio como patrón; consecuentemente, en la iglesia había una imagen del santo y a él acudían con frecuencia las chicas que no tenían novio, a pedirle que les concediera uno.
  
  Un día, Roque, el sacristan, observó que al acabar la misa, tras haber abandonado la gente el templo, una mujer permaneció en el mismo y, tras cercionarse de que estaba sola, se dirigió al santo; algo que llamó mucho su atención, ya que ella estaba casada.
 - ¿Qué le pedirá la Belarmina a San Antonio?, se preguntó extrañado el hombre.


   Él, ya había dejado atrás la juventud y seguía estando soltero; por ello, "ya que jugaba en casa",  tiempos atrás, alguna vez, también había llegado a pedirle al santo que le concediera una novia (aunque San Antonio es el patrón de los novios y siempre son mujeres quienes se dirigen a él para pedirle uno,  por qué no iba a poder él pedirle una novia, si estaba igual de necesitado).
   La verdad es que era bastante feo y no sabemos si por ello, o alguna otra causa, hasta la fecha, el santo había hecho oídos sordos  a su solicitud.
  
   A lo largo de los dos domingos siguientes, el sacristán observó que Belarmina, al acabar  la misa, mientras los feligreses abandonaban el templo, ella permanecía sentada en su banco y, una vez que se cercionaba de estar sola, se situaba ante la imagen de San Antonio y permanecía allí un rato haciéndole sus peticiones.
   Como se trataba de una mujer casada, Roque no comprendía muy bien qué es lo que le pedía al santo de los novios y, al ser tan grande la curiosidad que sentía, decidió investigar el asunto. 
 
  "Casualmente", detrás del altar del santo había un hueco, y el  domingo siguiente se  escondió en él. Desde allí, pudo observar que Belarmina, al acabar la misa, siguió la misma rutina de las veces anteriores, de modo que se acercó a la capilla del santo y oyó que le decía, en voz alta, lo siguiente:

   Bendito seas, San Antonio
   sólo te pido una cosa
   Concédele un buen novio
   a mi hija, la María Rosa.
  
   El sacristán, al oírla, comprendió que el novio que estaba solicitando al santo no era para ella, sino para su hija, y tuvo una idea:
   Él, en su día, ya le había pedido una novia a San Antonio, hasta la fecha  la petición no había tenido éxito alguno y allí había una mujer haciéndole una petición similar a la suya; luego, había dos peticiones "en el aire" que se complementaban perfectamente: alguien quería un novio, y  él quería una novia.
   Con la información privilegiada que tenía, pensó que, si le echaba una mano a San Antonio, el asunto podía tener un  final feliz como en los cuentos (mira por dónde, iba a resultar que el santo, aunque indirectamente, sí hacía milagros)

   El siguiente domingo, Belarmina demostró ser una persona persistente en sus convicciones, y, a la par, muy optimista; llevaba varios domingos pidiéndole a San Antonio un novio para su hija, esta seguía  "in albis" y, a pesar de ello, no cejaba en su empeño; así que, al acabar la misa, una vez más se dirigió a éste para efectuar su petición.
   Cuando acabó de hacerla, el sacristán, que estaba escondido tras la imagen, habló como si lo hiciera San Antonio.

 - ¡El mejor novio que puede haber para tu hija, es Roque, el sacristán!. ¡Dile a María Rosa que cuando se le acerque, lo acepte sin dudarlo un momento!

   La mujer, al principio, se quedó perpleja por las palabras que escuchó; mas, una vez que se recuperó del susto - no todos los día le habla a una un santo -  se puso muy contenta ¡por fin San Antonio había escuchado sus ruegos!
   Al volver a casa, le contó a su hija lo sucedido y, al día siguiente, "por casualidad" el sacristán se acercó a ella y le pidió relaciones, algo que María Rosa  aceptó  sin dudarlo un momento, ya que iba recomendado por el mismísimo San Antonio.

  Al poco tiempo celebraron la boda y, tras unas semanas de convivencia, la recién casada  llegó a la conclusión de que el santo, en esta ocasión, no había estado muy atinado con la recomendación que le había hecho, ya que el sacristán resultó ser un crápula de cuidado:  era muy vago,  se emborrachaba a menudo, la trataba muy mal ...
   (¿Por qué será que durante el noviazgo, tanto el hombre como la mujer, se comportan de un modo casi ejemplar y, una vez casados, cambian tanto, transformándose en unas personas totalmente distintas, con comportamientos que, a veces, dejan mucho que desear?. Este es un misterio que, tras arduas investigaciones antropológicas, aún permanece sin resolver).

   El caso es que María Rosa, que era una mujer muy práctica, llegó a la conclusión de que "no hay peor soledad que una mala compañía", y, a los pocos meses de la boda, ya se habían separado.

   La madre, de la decepcionada esposa, estaba muy enfadada con San Antonio -ni de los santos puede ya fiarse una-  ¿Cómo era posible que le hubiera recomendado para su hija, como marido, a un ser tan ruin como el sacristán?
   Al haber sido ella quien le había pedido al santo, con tanta insistencia, un novio para su hija, se sentía responsable del desgraciado matrimonio de ésta; así que un día, al acabar la misa, como hiciera
Iglesia de El Milano
en las ocasiones anteriores, una vez que la gente abandonó el templo, muy enfadada, se dirigió a la capilla de San Antonio,  se plantó ante la imagen y le dijo:

  Vaya vista que tuviste
  al recomendarme a Roque
  que era muy bueno, dijiste
  y es un auténtico bodoque
   

 
  



4 comentarios:

  1. Me encanto la historia y la aclaracion de los distintos S Antonios.

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  2. JA, JA, JA y más JAS. Divertida y encantadora historia, cuento o lo que sea. Mu güena la aclaración de los distintos Santos Antonio. Desde ya quedas nombrado hagiógrafo (¿se dice así?) de la página y blogs de La Zarza.
    -Manolo-

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  3. Hola Manolo, gracias por el nombramiento. Efectivamente la palabra es esa: hagiógrafo. Como santos hay muchos, y la lista se va incrementando con el paso del tiempo, antes debía ser muy laborioso este "oficio" , rebuscando en las bibliotecas, pero hoy cualquiera puede serlo desde casa ya que el "profesor Google" lo sabe todo.
    Se trata de un cuento popular muy conocido, basado en "hechos reales", ya que, antes, había mujeres que le pedían a San Antonio un novio. Un saludo.

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