¡Buenas noches!
En primer lugar, me gustaría comenzar
agradeciendo a esta corporación municipal el haber sido invitado a dar el
pregón de las fiestas del año, y también aprovecho para deciros que estoy
muy contento de estar aquí, en nuestro pueblo, con todos vosotros.
Para los que no me conocéis, me voy a
presentar. Me llamo Jose, nací aquí, en Barrueco, ¡hace ya muchos años! Soy del
siglo pasado; en realidad, ¡cómo todos aquellos que tenemos más de 23 años!
Pertenezco a una generación en la que los niños nacíamos aquí en el pueblo, en
la casa de nuestros padres y no en un hospital como sucede actualmente.
Mi madre se llamaba María de la Cruz, mi padre
Marcial, tuvieron tres hijos, yo soy el del medio; antes, como había muchos
“Joses”, para distinguirme de los demás, a mí me conocían como Jose “el de la
Mari Cruz”.
Yo, desde los 15 años, pertenezco al segundo
grupo, al de la gente que sólo viene de vez en cuando y, a pesar del tiempo que
llevo fuera, sigo disfrutando mucho cuando vengo al pueblo y veo sus casas, sus
calles, sus campos y sobre todo sus gentes.
¿Sabéis por qué? Pues, porque mi espíritu
nunca ha abandonado este lugar….
Sí, así es, ¡mi espíritu
nunca se ha ido del todo!
Es raro el día en el que,
por una u otra circunstancia, no tengo algún recuerdo de Barrueco, es una
sensación que los gallegos y portugueses conocen como “tener saudade”; a eso,
los de Salamanca lo llamamos tener “añoranza”.
No voy a pediros, a los que residís fuera
del pueblo, que sintáis añoranza como me pasa a mí; los sentimientos son algo
muy personal; pero sí os pediría que os sintáis orgullosos de pertenecer a la
gran familia que formamos la gente de Barrueco, ya sea por nacimiento, por
ascendencia, por adopción o simplemente por devoción, y que recordéis y sintáis
el pueblo como algo vuestro, un lugar al que merece la pena venir, aunque sólo
sea a las fiestas.
Una vez, en un reloj de pared, leí una
inscripción que ponía “Tempus fugit”, dos palabras latinas que significan “El
tiempo se va”, algo que es indiscutible, ya que el tiempo no se detiene.
Ha pasado un año desde las fiestas pasadas,
el tiempo ha seguido su curso, han ido sucediéndose las estaciones y como todos
los años, cuando se acerca el final del verano, aquí tenemos de nuevo las fiestas
del Cristo y las fiestas del Toro.
No
olvidéis que, desde siempre, la Fiesta del Toro de Barrueco ha estado asociada
a la fiesta del Cristo de las Mercedes, y que los eventos más importantes de la
fiesta son los actos religiosos celebrados en torno a la imagen del Cristo: la
subida de la imagen desde la ermita al pueblo y la posterior bajada, la novena,
la mayordomía, el baile de la Bandera…Y..., como no, los festejos taurinos: sus
encierros, novilladas y capeas.
Siempre
se ha dicho que, cuando se habla del presente, no debemos olvidar el pasado; y,
en este sentido, me gustaría recordar brevemente, algunos aspectos en torno al
Cristo.
Estad tranquilos que no pretendo dar ninguna
lección de Historia. Sólo recordaros que la imagen de nuestro Cristo es un
crucificado de tamaño natural, hay quien estima que la talla se hizo sobre
siglo XIV; y que la ermita actual, tal como la vemos ahora, fue construida en
la primera mitad del siglo XVIII, sobre una ermita muchísimo más antigua que
había allí.
La Ermita original estaba dedicada a Nª Srª
de Valverde que es la imagen que está en el altar mayor de la ermita, encima
del Cristo, y la nueva pasó a llamarse del Cristo de las Mercedes.
Alguno
podría preguntarse a qué pudo ser debido este cambio de titularidad de la nueva
ermita y yo os voy a dar una posible explicación sobre ello.
Se había creado en fechas algo anteriores a
la reconstrucción de la ermita, la Hermanad o Cofradía del Santísimo Cristo de
las Mercedes (finales del siglo XVII), que fue muy importante y duró hasta
mediados del siglo pasado, y fue a raíz de esa creación, seguramente, cuando se
decidió reconstruir la ermita y que el titular de la nueva fuera el Cristo,
pero nuestros antepasados de aquella época lo justificaron de una forma más
sencilla y simpática, seguramente usaron
“la lógica” y pensaron que, si había una madre, que era la Virgen, y un hijo,
que era Jesucristo, pues Éste heredó la ermita de su madre; aquello no fue otra
cosa más que una herencia, vendría a ser algo así como una "humanización
de la divinidad".
Eso sí, estoy convencido de que ¡ellos no
pasaron por la Notaría de Viti o Lumbrales, como tenemos que hacer nosotros en
casos similares!
A modo de curiosidad, me gustaría recordar
que, para nuestros antepasados, el día del Cristo tenía otro significado
distinto al religioso; decían que el período establecido para echarse la siesta
era el que transcurría desde La Cruz de mayo (el día 3 de ese mes) hasta La
Cruz de septiembre (el 14 de septiembre) y muchos lo respetaban
escrupulosamente.
No sé si alguno de vosotros aún respeta esta
costumbre de la siesta y, desde mañana, piensa despedirse hasta el año que
viene de este invento tan español.
De todos modos, aquellos que os echéis la
siesta todo el año, os recomiendo que no cambiéis vuestro hábito, ya que está
demostrado que “la siesta es muy buena para la salud”.
Pero, volvamos al Cristo, ¿sabéis por qué se
llama de las Mercedes? Pues, porque la gente, antes, tenía mucha fe en Él y le
pedían muchos favores o “mercedes”.
Nuestro Cristo era muy venerado no sólo por
la gente de Barrueco, gentes de todos los pueblos de la comarca acudían a Él
para hacerle todo tipo de peticiones; aunque fundamentalmente le pedían
"salud", también le pedían que volvieran los soldados sanos y salvos
cuando había alguna guerra; además, se le hacían "rogativas" cuando
había sequía e, incluso, algunas madres le pedían un novio o una novia para sus
hijos o hijas.
Ya veis, era tan grande la fe que tenía la
gente en Él que, aquí en Barrueco, ni siquiera le pedían un novio a San Antonio
sino al Cristo. De hecho, creo que mi madre también le pidió una novia para mí.
¡El Cristo le hizo caso y me proporcionó una novia extraordinaria que hoy es mi
mujer!
La gente, iba a la ermita, hacía su petición,
le rezaban y… hasta le hablaban al Cristo.... sí, como lo oís, algunas mujeres
hablaban directamente con Él y en voz alta.
Yo, en una ocasión, fui testigo de ello y
hasta me tomé la libertad de desanimar a una señora que estuvo hablando con Él.
Recuerdo
que ella le decía... “Santísimo Cristo, te pido que...”, (y le dijo lo que
fuera), y, cuando acabó, me tomé la libertad de decirla: “El Cristo no te va a
contestar por mucho que le hables”.
La mujer con total naturalidad me contestó:
"Ya lo sé... Pero me da igual, ¡el Cristo y yo nos entendemos"!
Además del Cristo, me gustaría comentar algo sobre
los TOROS.
Desde siempre, los toros han estado
vinculados a nuestra tierra y a la cultura española; de ahí que, al toro,
podemos considerarlo nuestro animal “totémico”; por ello, en todo pueblo
salmantino que se precie, como el nuestro, no pueden faltar las
correspondientes celebraciones taurinas.
Aquí en Barrueco, en vez de toros, hay que
hablar de novillos. Pero, eso no desmerece nada nuestra fiesta, ¡por supuesto!
Todos los años, cuando llega San Fermín y
televisan los encierros de Pamplona, hay mucha gente que sienten envidia al
compararlos con los de su pueblo. Sin embargo, nosotros no tenemos por qué
sentirla. Yo, al menos, veo mucho parecido entre aquellos encierros y los
nuestros.
Me explico, …. En la capital pamplonesa, los
toros suben la cuesta de Santo Domingo y aquí suben la cuesta de las Regaderas;
allí cogen velocidad por la calle Estafeta y aquí lo hacen por la calle
Carreros; allí pasan por la Esquina de Telefónica y aquí pasan por la Esquina
de la casa de Peramatos….
Como comprenderéis, con unos recorridos tan
similares, no veo razón alguna para que los de Barrueco, tengamos algo que
envidiar a los encierros de Pamplona.
La verdad es que, si nos atenemos al tamaño
de los toros, en eso sí que nos ganan ya que los nuestros son novillos; pero
aquí en Barrueco los encierros son con caballos y, por lo tanto, la belleza y
el espectáculo están garantizados.
Desde aquí, os animo a que participéis en los
encierros y en las capeas; os aseguro que podréis sentir una gran emoción,
posiblemente algo de miedo y unas ganas increíbles de correr cuando se acerquen
los novillos.
Como no hay fiesta sin Música, también
os invito a participar en las verbenas y a disfrutar mucho de las restantes
actividades del Programa de festejos.
Espero que paséis unas estupendas fiestas y
que sean lo más saludables posibles: ¡qué las disfrutéis, pero no os
emborrachéis!, que no haya accidentes ni peleas, y que nadie resulte herido en
los encierros.
También aprovecho para desearos que seáis
felices y sintáis “la alegría de vivir”, no sólo durante las fiestas, sino
todos los días a lo largo del año. Qué os cuidéis mucho, que no os pongáis
enfermos, y que, en las fiestas del 2024, podamos volver a vernos todos por
aquí de nuevo.
Ya para acabar, si comencé el pregón
agradeciendo a nuestra corporación municipal el haberme invitado a darlo,
quiero finalizarlo agradeciéndoos a todos vosotros vuestra paciencia por
haberme escuchado.
Sólo me queda decir: ¡¡¡¡Viva El Cristo de
las Mercedes!!!!
¡¡¡¡Viva la gente de Barrueco!!!!
José Carreto Sánchez
Barruecopardo
(13/IX/2023)