Tiempo de
Navidad
¿Cantamos, rezamos
o lloramos?
Todos los
años, cuando el mes de diciembre se acerca a su final, llegan las navidades;
unas fiestas que para los niños resultan maravillosas y que para los adultos no
lo son tanto.
La
celebración de estas fiestas gira en torno al día de Navidad (25 de diciembre),
fecha en la que conmemoramos el nacimiento de Jesús, y, a pesar de ser una de
las más importantes festividades cristianas, actualmente, muchos han perdido totalmente la perspectiva de lo que representan.
El día de Navidad se circunscribe sólo a esa fecha pero, generalmente,
hablamos de navidades en plural ya que durante estos días, además de esta festividad,
celebramos otras fiestas; por ello, quizá es más correcto hablar de Tiempo de
Navidad.
Existe cierta
confusión respecto a la duración de las
navidades. La mayoría de la gente considera
Tiempo de Navidad el que transcurre
entre Nochebuena (24 de diciembre), y el día de los Reyes (6 de enero); pero las fechas no coinciden, exactamente,
con lo que la Iglesia Católica establece como Tiempo Litúrgico de Navidad, que
es el comprendido entre el día de Nochebuena y el domingo posterior a los Reyes
(el bautismo de Jesús por San Juan Evangelista); por lo tanto, si nos atenemos
a la Liturgia, podemos apreciar que la
duración de las navidades es variable dependiendo de los años.
En esta vida, con el paso del tiempo, todo va
evolucionando e igual sucede con el Tiempo de Navidad ya que la forma de
celebrar estas fiestas también ha ido cambiando a largo de los años.
La celebración
religiosa, que dio origen a esta celebración, en la actualidad ha pasado a un
segundo plano y la gente, cuando llega
esta época del año, hace planes de todo tipo, pero casi ninguno de ellos pasa
por asistir a la Misa del Gallo.
Para algunos, las navidades son, simplemente, un
periodo vacacional más y aprovechan estas
fechas para viajar (son los típicos pseudoateos:
no creen en los preceptos religiosos y, en cambio, sí que creen en las vacaciones de navidad, en
las de semana santa y todas las festividades religiosas del calendario). Para estos turistas invernales, su tiempo de
navidad no se corresponde con las dos semanas reglamentarias del resto de los
mortales, sino con el tiempo que dura el
viaje que tienen programado.
Los centros comerciales, por su parte, intentan
convencernos de que las navidades duran
dos meses, y que es necesario que gastemos un montón de dinero para poder ser
felices; por ello, cada año que pasa inician
la campaña de ventas navideñas con mayor
antelación no siendo raro ver ya, en la segunda quincena de octubre, cómo algunos
establecimientos empiezan a ofrecer en sus estanterías productos navideños.
Podemos encontrar lotería de navidad a la
venta, en las administraciones, desde el
verano; en noviembre, la televisión ya nos trae a la pantalla películas sobre
temas navideños ; a primeros de diciembre, casi todas las ciudades alumbran sus
calles con las luces de navidad; llegan las
inevitables
comidas y cenas de empresa
en las que te ves sentado a la mesa con gente a la que incluso
aborreces; hay que hacer frente a la
interminable lista de regalos de Papa Noel y de los Reyes Magos, la televisión
nos bombardea continuamente con anuncios de juguetes, cava y colonias -como si sólo necesitáramos oler bien
en esta época del año-.
La suma
de todo este barullo de cosas y circunstancias, que por estas fechas se nos
viene encima, provoca que muchas personas
acaben sintiendo auténtica aversión hacia la Navidad, y que suponga para ellos un
gran alivio dejar atrás el día de Reyes, una vez que finalizan las fiestas, aunque haya que enfrentarse a la cuesta de
enero. Una cuesta que, en realidad, la creamos nosotros con los gastos que realizamos
durante las navidades; y es que la paga
extra, quien la tiene, no da para muchos dispendios.
Esta
distorsión de la Navidad a la que asistimos es especialmente perceptible en las
ciudades, pero el fenómeno no es ajeno a los pueblos; en muchos de ellos, la
celebración de la navidad ha cambiado enormemente dando lugar a que una serie
de costumbres, que se desarrollaban en ellos durante el Tiempo de Navidad, hayan
desaparecido, prácticamente, en su totalidad, siendo sustituidas por otras “más acordes” a
los tiempos actuales; algunas, incluso rozan el esperpento como lo ocurrido en un
pueblo donde el alcalde un año se
empeñó en encender personalmente las
luces del pino que había mandado colocar en la plaza, convocando a los vecinos, como si aquello fuera el árbol de navidad del
Rockefeller Center neoyorkino. El pueblo
apenas superaba los 200 habitantes, era
de noche, hacía mucho frío, y al evento solo asistió el alcalde, acompañado por
algún familiar próximo y el alguacil (este
último, al ser funcionario municipal, supongo que lo haría obligado por las
circunstancias).
En otro
pueblo, los quintos organizaron una Cabalgata de Reyes y, al no haber camellos,
lo cual es comprensible, utilizaron unos burros en su lugar. Como sólo había
montura para dos, decidieron que sólo saldrían dos reyes en la cabalgata, con
el consiguiente enojo del cura cuando se enteró de lo sucedido, por el poco
rigor histórico que supuso haber prescindido de un rey (aquellos que quieran pensar un poco, les reto a que averigüen cuál de los tres reyes no salió aquel día en la cabalgata)
Otra vez, el
día de Navidad, un bromista -algunos sospechan
que fue obra de un estudiante de publicidad y marketing - colocó en la puerta de la única entidad bancaria del pueblo una misiva escrita, que decía así: “Con un préstamo de esta entidad, la Virgen
hubiera parido en una buena clínica”
Al día siguiente, el empleado de la oficina, al
incorporarse a su trabajo, no reparó en
la nota permaneciendo allí
expuesta, en la puerta, gran parte de la mañana, hasta que una mujer llegó a la oficina a hacer
una operación y, tras leerla, le dijo al empleado que le parecía irreverente que
una caja de ahorros hiciese ese tipo de publicidad. Éste, no dando crédito a lo que oía, se asomó
a la puerta y, asombrado, comprobó la veracidad del asunto (lo veraz
es que allí estaba la nota, no que la
entidad ofreciese el préstamo).
Estas son “formas
modernas” de celebrar la navidad en el medio rural; en cambio, en los pueblos, hasta
no hace muchos años, durante el Tiempo de
Navidad se celebraban una serie de tradiciones muy interesantes, muchas de ellas ya desaparecidas. Una de estas tradiciones, ya
en desuso, era la de pedir “el aguinaldo”.
Conocemos por aguinaldo el regalo que, en dinero
o especie, se daba durante el Tiempo de Navidad a grupos de jóvenes que
recorrían el pueblo cantando, a la puerta de las casas, unas canciones de
estructura y musicalidad sencilla, específicas para la ocasión.
El día de pedir el aguinaldo variaba, dependiendo de cada lugar; en unos sitios
se hacía el día de Navidad; en otros el
día de Año Nuevo y, finalmente, en otros pueblos, tenía lugar la víspera de Reyes. En esta última fecha, es cuando salían a pedirlo en Barruecopardo.
El petitorio
tenía lugar en la tarde-noche del 5 de Enero. Cuadrillas de niños y
adolescentes recorrían todo el pueblo llamando en la puerta de las casas y,
cuando sus moradores salían a abrir, les
preguntaban: Sr./a ******** ¿ Cantamos, rezamos o lloramos ?
Si el amo/a
de la casa solicitaba rezar,
todos rezaban (esta opción era la elegida cuando había
fallecido algún familiar próximo, a los dueños de la casa, durante el año
anterior). Si lo elegido era llorar,
todos lloraban; eso sí, con poca convicción,
pero como se iba a pedir, con tal de agradar, había que cumplir lo
solicitado), y si la opción elegida era cantar, cantaban "El Aguinaldo"
que en este pueblo decía así:
Hoy es víspera de Reyes
Año Nuevo ya pasado
entre damas y doncellas
vengo a pedir "el
guinaldo"
Yo se lo vengo a pedir
a este caballero honrado
que me dé de los sus bienes
ya que Dios se los ha dado
Cuchillito de oro
veo relucir
chorizo y morcilla
me van a partir
No quiero morcilla rancia
ni tampoco farinato
que quiero una longaniza
que es lo mejor del garrapo
Entonces "el caballero honrado" les
daba a los componentes de la cuadrilla un donativo en dinero (pocas veces), o
en especie (morcilla, farinato, almendras, dulces...). La longaniza, que es lo
que se pedía en la canción, casi nunca llegaba.
Como siempre, José, tus historias, experiencias, nos agradan y cómo las relatas, con qué detalles, que nos las haces vivir.
ResponderEliminarHoy con esta variedad de navidades que vivimos creo que son para Cantar, Rezar y LLorar, todo a la vez.
FELIZ NAVIDAD
Que cantes mucho, reces algo y no llores nada.
-Manolo-
Lo mismo te deseo Manolo, que cantes mucho y no tengas por qué llorar, salvo que sea de emoción como que te toque la lotería o algo similar. Feliz navidad y mucha salud, que es el bien más importante.
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